BMW I8 FROZEN YELLOW

Prueba BMW i8, el híbrido con más chispa

El deportivo híbrido ofrece unas sensaciones incomparables y un consumo de urbanita.

Prueba BMW i8, el deportivo único

Prueba BMW i8, el deportivo único. / Eugeni Gallego

Conducción autónoma, ciudades sin vehículos, car-sharing… Parece que hablar del futuro de la automoción trae consigo la pérdida de la pasión que siempre ha rodeado a los coches. Aquellos que temen quedarse huérfanos de intensas conversaciones sobre la mecánica bajo el capó, la efectividad del chasis ideado por los ingenieros o el sonido ronco de un tubo de escape pueden estar de enhorabuena, todavía hay esperanza. Se trata de un deportivo híbrido que cumple con la normativa restrictiva de las capitales españolas, rinde 362 CV pero como si fueran más y recoge miradas de envidia a su paso, es el BMW i8.

Salir del BMW i8 es un ejercicio solo apto para los más agiles o experimentados. Su puertas estilo guillotina son, probablemente, lo más espectacular de su futurista y superdeportivo diseño pero no lo único. Desde su llegada en 2014 este híbrido de altas prestaciones dejó al mundo con la boca abierta, era y es (todavía) como ver al típico prototipo de los salones del automóvil circulando por nuestras carreteras. El concept car de producción se hace mayor y tras cuatro años con ventas más bien simbólicas, la firma bávara ha lanzado una actualización técnica hace unos meses. Un lavado de cara muy ligero que llega también en variante roadster. El modelo que nos ocupa pertenece a la gama anterior pero es la versión especial Frozen Yellow, un acabado que salta a la vista y cuenta con un equipamiento superior.

Resumiendo, su diseño es como traer un deportivo de 2030, homologarlo y ponerlo a disposición del mercado actual. Las miradas que acumula a su paso son más que merecidas por detalles como el alargado morro con entrada de aire en el capó, el conjunto de parrilla “falsa” de doble riñón y los afilados grupos ópticos. Faros como los de nuestra unidad, que pueden combinar los ledes y el láser por 11.327 euros más. Su perfil bajo con 1,29 metros de alto es otro de sus atractivos además de las enormes llantas de 20 pulgadas pero lo más característico es, sin duda, la extraña y bella solución que han encontrado para las ópticas posteriores.

El interior sigue el lenguaje de diseño futurista y deportivo del exterior. Lo mejor de este BMW i8 es la bajísima posición de conducción y la sujeción de los asientos, que sin ser baquets consiguen fijar la parte lumbar de las personas de estructura media. Eso sí, el comprador deberá olvidarse de llevar compañía adulta atrás, las plazas traseras sirven más bien como maletero que otra cosa. Un recurso muy útil para suplir la poca capacidad del baúl, de tan sólo 154 litros de carga. La firma bávara ha aprovechado la reciente actualización para incorporar el nuevo sistema multimedia táctil y más intuitivo. Una vez dentro cerrar las puertas es coser y cantar gracias a su peso pluma. Una ligereza que BMW ha tratado de aplicar a todo el conjunto mediante la utilización de una estructura que combina materiales livianos. La base es de aluminio mientras que el chasis y la carrocería (la celda) utilizan fibra de carbono y plástico.

Esta obra tecnológica híbrida circula mediante un bloque gasolina biturbo de 3 cilindros y 1.5 litros situado en la parte trasera junto a la caja de cambios automática de 6 velocidades. Puede parecer una mecánica pequeña pero rinde 231 CV, que sumados al motor eléctrico situado en el tren delantero homologan unos decentes 362 CV. Esta combinación ofrece una autonomía de 600 kilómetros y la opción de circular durante 37 kilómetros en modo 100% eléctrico, datos que han mejorado en el nuevo modelo.

Ambos motores funcionan de manera independiente y transmiten la fuerza al eje en el que se encuentran así que, en función de la batería, se trata de un tracción total, delantero o trasero. El protagonismo de uno y otro se regula a través de los tres modos de conducción además del boto e-Drive para el modo 100% eléctrico. El EcoPro trata de reducir los consumos al máximo, el Confort para buscar la combinación más equilibrada entre ambos y el Sport exprime las bondades de ambos propulsores para ofrecernos una conducción deportiva de alto nivel.

En este ámbito, el deportivo, se le enfrenta con el Porsche 911 Carrera por precio y prestaciones pero el BMW i8 es difícil de comparar. Este híbrido depende mucho del estado de la batería y su carga para ofrecer su mejor versión, que se encuentra en la utilización de la potencia eléctrica para la aceleración y la salida de las curva. Además supera los 1.500 kilogramos pese al uso del carbono y el aluminio, por lo que los cambios bruscos de peso juegan en su contra. Ese detalle no impide que se comporte como un auténtico deportivo de altas prestaciones, siendo las curvas su hábitat natural para la diversión y la ciudad el territorio donde superará a cualquier rival. Muchos se quejarán de que el sonido en modo Sport está amplificado y se oye el silbido eléctrico pero a mi parecer es, como mínimo, energizante y único hasta la fecha.

Tal y como avanzamos BMW acaba de presentar una actualización que mejora principalmente su aspecto técnico y mecánico. Lo hace gracias al reajuste del motor eléctrico, que ahora rinde 12 CV más, ofreciendo una potencia conjunta de 374 CV y mayor autonomía 100% eléctrica, de 37 a 55 kilómetros. Esta potenciación no afecta a su aceleración que sigue siendo de 4,4 segundos pero sí aumenta el rango de utilización del modo eléctrico hasta los 105 km/h, cuando en el modelo probado es de 70 km/h.  Este arsenal tecnológico alemán con ruedas es ronda los 150.000 euros en función de los extra, un precio de superdeportivo al que debemos sumar las carencias de carga de un modelo enchufable que tardó más de 5 horas en cargar el total de la batería en un enchufe doméstico. Eso sí, cerramos la prueba con un consumo de 7 litros, inalcanzable para cualquier rival de combustión.