La sombra del descenso acerca a Sevilla y Valencia hacia el oscuro efecto 2000

Hace 23 años se dio una circunstancia histórica en LaLiga. Tres campeones bajaban a Segunda División: Atlético, Betis y Sevilla, algo inaudito.

Este 2023 es la primera vez desde 2000 que dos clubes de la importancia de Valencia y Sevilla pelean por sobrevivir en la élite con similitudes a aquel año.

Jornada 26 Getafe - Sevilla

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Betfair

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Madrid, 23 de marzo de 2023.- Dos de los equipos más importantes de LaLiga están en serias dificultades para mantenerse en la élite del fútbol español. Son el Valencia, descendido por última vez en 1986, y el Sevilla, descendido por última vez en el año 2000. Precisamente ese año marcó un antes y un después para tres clubes. Tres campeones de Liga bajaron ese curso contra todo pronóstico: Atlético de Madrid, Betis y el mencionado Sevilla. El campeonato nacional se quedaba sin tres de los clubes más seguidos del país en un año más que sorprendente. El vigente curso 2022-2023 podría seguir en parte la senda de aquella campaña tremenda.

Según los pronósticos de Betfair, que descienda el Sevilla se paga a 8.5€ por euro apostado y que lo haga el Valencia genera mayor probabilidad, cotizando a 7€ por euro apostado. No son cuotas de alta probabilidad, pero es una opción que está ahí y que la clasificación se empeña en recordar. Este 2023, para peligro de estos dos clubes, tiene muchas similitudes con aquel año 2000 empezando por la crítica situación del Sevilla que ha vuelto a cambiar de entrenador.

El Sevilla envió al Betis a Segunda

Casi comenzando desde abajo, como colista de aquella temporada 99-00 estaba el club del Sánchez Pizjuán. Colista, con tan sólo 28 puntos (5V, 13E, 20D) que es puntuación relativamente baja. Los de Nervión bajaban a la categoría de plata por cuarta vez en su historia. Y, por ahora, última. Un equipo en caída libre que tenía el descenso sellado en la cartilla semanas antes del fin de la competición, pero que tendría mucho que decidir en sus últimos coletazos. Y es que el Sánchez-Pizjuán sería el escenario en el que los de blanco y rojo se vestirían de jueces y sentenciarían a un equipo a irse con ellos de la mano a Segunda.

Ese equipo no sería otro que el Real Betis Balompié. Un encuentro que enfrentaría a Sevilla y Oviedo y en el cual, si los asturianos ganaban, el fútbol sevillano perdería a sus máximos representantes en la primera categoría. Y así fue: ganaron. Un apático Sevilla cayó 2-3 en casa ante el júbilo (y controversia) de su afición.

En Segunda el Sevilla carecería de jugadores de relevancia, ya que los más veteranos se habían retirado y otros habían sido traspasados con el objetivo de obtener dinero (Marchena, Jesuli y Tsartas), pero contaba con un AS en la manga: Joaquín Caparrós. Un nuevo entrenador que hizo al equipo, en su primer año en el club, campeón con una antelación de tres jornadas. Caparrós fue el impulsor de un Sevilla XXL que n o mucho más tarde llegaría a la era dorada de codearse con los más grandes del continente por la vía de la Europa League.

El ascensor del Betis

Ese año 2000 otro de los equipos que terminarían la temporada descendiendo a Segunda sería el Betis. Lo hizo en el puesto 18 con 42 puntos (11V, 9E y 18D), tres por debajo de Numancia y Real Oviedo. Una puntuación muy alta, toda vez que (dice el tópico) en Primera, con 40 puntos se puede lograr la salvación. Al Betis no le sirvió. Aquella campaña los verdiblancos contaban con una gran plantilla con delanteros como Pepe Gálvez (10 goles), Finidi (8 goles) o Cuéllar (8 goles), pero una racha de 11 partidos sin victoria en la segunda vuelta llevó al conjunto a pender de un hilo a escasas semanas del fin de la competición. Aquel sería el 9º descenso de los del Villamarín, al que sucederían el de 2009 y 2014. Al menos tuvo una buena noticia. En Segunda, en el curso siguiente, el club vio emerger a un joven chaval que marcaría las dos siguientes décadas verdiblancas. Joaquín fue ‘hijo’ de aquella crisis de principios de siglo XXI.

Un Atlético en declive

Ya teníamos dos de los descendidos en aquella temporada, pero faltaba uno. Y no uno cualquiera. Uno que había ganado hasta entonces nueve trofeos de la máxima categoría nacional: el Atlético de Madrid (9V, 11E, 18D). Los colchoneros, que no pisaban Segunda División desde 1934, se veían en el inicio del milenio con una plantilla de ensueño repleta de estrellas, como Molina, Baraja, Hasselbaink (quien fue el tercer máximo goleador de la Liga), Kiko, Solari, o Valerón, y con un proyecto ilusionante liderado por Claudio Ranieri, cayendo en el pozo de la categoría de plata.

Tras una sucesión de entrenadores, y a las puertas del final de Liga, Antic se hizo cargo (de nuevo) de un Atlético de Madrid al borde del desahucio. Un empate ante el Málaga, una derrota en Mestalla y la goleada del FC Barcelona en casa dejó a los colchoneros en una situación de vida o muerte. O ganaban al Oviedo a domicilio o se iban a Segunda. Durante aquel partido (correspondiente a la jornada 36) contra los asturianos, y como casi todo el año, el Atleti luchó agónicamente minuto a minuto, llegando incluso a remontar un 0-2 en contra. Solo faltaba un tanto que nunca llegó, y el penalti fallado por Hasselbaink sentenció a los rojiblancos al infierno de Segunda División tras 70 años consecutivos en la máxima categoría.

Dos años en el infierno

Paradójicamente, el Atleti seguía con vida en Copa y pudo llegar a la final a pesar de saber su triste destino para la próxima campaña. Toda una manzana envenenada. Aquel encuentro, lejos de redimirlos, terminarían flagelándolos. El Atlético de Madrid quedaría subcampeón, con un desastre y económico entre manos y sumergido en el capítulo más negro de la historia del club. Y para más colmo tras su descenso del 2000, fue goleado por el Levante en su primer partido de Segunda por 4-1. Volverían en 2002 de la mano del eterno Luis Aragonés.