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Marco Pantani: el drama de un hombre que murió a los 34 años

En este Giro de Italia se cumplen 25 años de la victoria de Marco Pantani en 1998. Un hombre indescifrable que no podemos dejar de recordar con admiración y pena.  

-¿Por qué?

Pero ya nadie pregunta por qué.

Quizás porque han pasado 19 años desde su muerte y 25 desde que ganó su primer y único Giro (Giro de Italia de 1998).

Luego, vino la tormenta.

Y Marco Pantani se fue a los 34 años víctima de una sobredosis de cocaina (parece ser).

Un 14 de febrero: un día de los enamorados. 

Quizás porque él nunca estuvo enamorado de la vida.

O quizás porque él no estaba destinado a envejecer o tenía prohibido envejecer.

Y miren que parecía bastante mayor de lo que era.

No hay más que ver la fotografía que acompaña este artículo y que retrocede al Giro de 1994.

Aquel en el que hizo trizas a Indurain en la etapa de Aprica.

Pantani tenía entonces 24 años a pesar de que ya le quedaba poco pelo y de que ese día el fotógrafo le pilló con el pelo revuelto, recién terminada la etapa.

Aquel Giro fue el primer capítulo de un ciclista descomunal, de un escalador inigualable, de un tipo muy extraño, en definitiva.

Durante todos estos años se han escrito libros de Marco Pantani. Pero la realidad es que nadie terminó de conocerlo.

Ni siquiera nosotros los aficionados que lo máximo que pudimos hacer por él fue emocionarnos con él.  

El día que murió fue como despertar con un revólver en la cabeza.

Todavía confiábamos en su regreso: los genios casi siempre vuelven (o lo intentan).

Pero Pantani fue un personaje indescifrable, una ecuación de segundo grado que demostró que lo más difícil que puede haber en la vida es combatirse a uno mismo.

Ni siquiera en el podio se dejaba conocer porque en el podio tampoco sonreía.

Sólo sonreía para sus adentros en la bicicleta y en las montañas donde era capaz de todo.

A las nuevas generaciones no es tan fácil explicarles quién fue Marco Pantani. 

Los chavales, que hoy tienen 18 o 19 años, acababan de nacer el día en el que él se quitó la vida.

Desde entonces, el ciclismo cada día se parece más al Ibex35, rodeado de números, de cálculos y de previsiones como en la Bolsa.

Pero Pantani sí hubiese sobrevivido en este ciclismo.

En realidad, Pantani hubiese sobrevivido en cualquier parte en la bicicleta.

Y hubiese sido algo que ahora no existe: el  contrapunto perfecto a estas máquinas de hoy gobernadas por un control exhaustivo hasta de sus horas de sueño.

Un personaje al que hubiésemos entregado nuestro voto en las elecciones.

No hubiésemos necesitado encuestas.

Pantani, por encima de todo, era la rebeldía que hoy recordamos con admiración y pena: la pena de que nadie supo como ayudarle.

Nadie supo como abrir esa puerta, como saltar esa tapia  o cómo explicarle que, por encima del ciclista, estaba la persona.

Y los errores se pagan.

Y esa deuda ya quedó para siempre.

Y Pantani se fue a los 34 años.

Y, tácticamente, la única manera de desahogarse sigue siendo la de recordarle, la de no dejar de abrir el álbum de fotos y la de impedir que muera su recuerdo.

Y, por supuesto, la de no dejar de preguntarse:

-¿Por qué?

A veces, esas preguntas son más que una simple pregunta.

Desde aquí le enviamos un abrazo de nuevo a Marco Pantani.

Allá  donde esté, siempre habrá mucho y bueno que recordar.

Lo malo, lo peor que podía pasar, ya sucedió el 14 de febrero de 2004.

Y nadie supo ponerle freno.

 

 

 

 


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