Jürgen Klopp: la sonrisa de Anfield
Jonathan Moreno
Bajo una impecable dentadura de anuncio y un aspecto abigarrado y un tanto desaliñado, el alemán esconde un cerebro metódico que le ha permitido triunfar desde sus primeros ‘pinitos’ en el Mainz hasta sentar cátedra en la cuna del fútbol.
Advertía Pep Guardiola a principios de octubre: “Ellos me asustan”, en referencia al Liverpool de Jürgen Klopp. La temporada daba sus primeros coletazos y el de Santpedor auguraba lo que se le venía encima. Y es que nadie como el catalán para opinar sobre ese técnico con aspecto de hombre de ciencias, despistado y de gesto sonriente.
Futbolista del montón, como él mismo se ha calificado en numerosas ocasiones, Klopp desarrolló su vida deportiva como ‘one club man’ en el Mainz, donde tomó la alternativa como entrenador tras su retirada y conoció a Zeljko Buvac su ‘cerebro’ y mano derecha. El gran trabajo en la entidad de la cuenca del Rin le valió para dar el salto a un equipo de la élite europea como el Borussia Dortmund.
Fue en el Westfalenstadion donde el entrenador con aires excentricos y metodologías revolucionarias empezó a acaparar los focos de la Bundesliga y del Viejo Continente. De su mano y con su apuesta por la presión alta y jugadores de largo recorrido, salió una de las hornadas de futbolistas que todavía erizan la piel a los seguidores ‘borussers’. Los Reus, Gündogan, Götze, Hummels y Lewandowski amenazaron la hegemonía del Bayern de Múnich, al que miraron de tú a tú en Alemania -ganando tres Bundesligas consecutivas- e incluso pudieron arrebatarle la final de la Champions de 2013. Los bávaros de Jupp Heynckes se impusieron por 2-1 en Wembley en un duelo trepidante y que resolvió sobre la bocina Arjen Robben.
Sana rivalidad
A pesar del trasvase de Mario Götze desde Dortmund con destino al Allianz, el Borussia continuó compitiendo con los muniqueses, ya entrenados por Guardiola en verano de 2013. Tras su año sabático, el catalán regresaba a los banquillos y su estreno oficial fue nada más y nada menos que ante Jürgen Klopp.
El alemán le ganó claramente la partida, imponiéndose por un inapelable 4-2 en la Supercopa alemana. Desde entonces, ambos se han visto las caras en quince ocasiones, con un saldo favorable al de Stuttgart de 8 victorias, 2 empates y 5 derrotas. Números que le han valido el apelativo de ‘Klopptonyta’.
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