SOBRE EL TERRENO

El silencio de Eusebio

La goleada encajada por el filial demuestra lo peligroso de creerse ya estrellas consagradas

La goleada encajada por el filial demuestra lo peligroso de creerse ya estrellas consagradas / sport

Emilio Pérez de Rozas

No sé qué decirles. Hay opiniones para todos los gustos pero la mayoría son contrarias a esos gestos. Dicen, afirman, aseguran quienes han estado y están dentro del fútbol, perdón, de los vestuarios, de las estructuras de los clubs, grandes o pequeños, que gestos así acaban pasándole factura al entrenador que los protagoniza.

Me refiero a la rajada que dio Miroslav Djukic en la conferencia de prensa posterior a la ‘manita’ que su Córdoba encajó en el Camp Nou. Hay quien considera que esas cosas, esas barbaridades (perdón, lo voy a decir: no creo que dijese, no, ninguna mentira) han de decirse de puertas hacia dentro, es decir, han de comentarse con los jugadores privadamente y punto.

Esos mismos defienden la tesis de que con discursos como el de Djukic se rompe la unidad, no tanto del vestuario, como la unidad de objetivo. Es decir, parece como si el entrenador, en este caso Djukic, se considerase al margen de un partido flojo, pobre, sin agresividad y en el que “parece que hemos salido a pedir autógrafos e intercambiar camisetas”. Tú el primero pues no has hecho nada, ni en los días previos ni durante el partido, para cambiar esa dinámica.

Cuando oí a Djukic pensé en el bueno de Eusebio Sacristán que, pocos días antes, había elevado la voz tras el comportamiento de sus chicos y, al siguiente partido, recibieron la goleada más vergonzosa en años, en muchísimos años. Claro, me dirán, que una cosa es el Córdoba y otra el filial azulgrana. Y, sí, en efecto: ¡es mucho más grave que los jóvenes del Barça B se crean estrellas a que las estrellas del Córdoba decidan adelantar sus vacaciones!

Porque si algo se les supone a los chicos de La Masia es sangre, sudor y lágrimas. Es decir, esfuerzo por agradar, como locales y como visitantes, entre otras cosas porque tienen mucho que demostrar y poco que perder. Están en el Barça y eso ya es haber ganado su particular Liga. Pero los hay, al parecer, que se contentan con eso. Incluso cuando ascienden al primer equipo. Y, claro, eso es lo que hace que sea tan difícil triunfar en el Camp Nou.