España se divirtió al ritmo de Iniesta

Cuando España se divierte no hay nada que hacer. El fútbol es total y el rival se convierte en marioneta: le sucedió esta vez a Uruguay, pero si la selección de Vicente del Bosque sigue funcionando así, no será la última vez que deje con la boca abierta al "país del fútbol"

DPA/SPORT.es

2-1 y eso que el resultado fue lo de menos, porque debería haber sido mucho, pero mucho más amplio. Nadie sabe si Xavi, que el sábado había reclamado mojar bien el césped para que el balón fluyera, quería tanta agua como la que cayó sobre Recife tres horas antes del partido.

Fuera como fuere, España se deslizó por el césped del Arena Pernambuco como si patinara, liderado por un Iniesta excelso. Jugó a placer y convirtió a los uruguayos en 11 bomberos apagando fuegos permanentemente. Dueña absoluta de la pelota, orquesta afinada desde el inicio al fin, hizo del bicampeón mundial y actual campeón de América un equipo vulgar.

Si no anotó más goles fue, quizás, porque sintió que el partido no se le podía escapar. Como pequeño castigo, el final fue algo angustioso para los europeos.

Antes de eso, España fue un violín. ¿Se juega o no con "9"? Del Bosque decide que sí, pone a Roberto Soldado y el delantero del Valencia responde con un gol, el segundo, pero además haciendo incluso de "10" en varios pasajes del partido y sincronizado con el resto del equipo. Todo un desconcierto para la defensa uruguaya, que tenía ya otro "10" del que ocuparse, un Cesc Fábregas también sublime.

¿Iker Casillas o Víctor Valdés al arco? Casillas, dice Del Bosque, porque quiere que su capitán recobre la confianza y se sienta importante. Y de paso, aunque no fuera su intención, no viene mal enviarle un mensaje a ese Real Madrid que tan mal lo trató en los últimos meses.

¿Y qué más? Un Jordi Alba como permanente peligro en sus trepadas por la izquierda y combinando con un Andrés Iniesta una vez más fundamental en su genialidad. Y Pedro, ayudado por un Diego Lugano de negra noche en el gol, pero autor, en definitiva, de su undécimo tanto en los últimos nueve partidos que jugó con la selección.

Si España se dio el lujo de divertirse así ante los duros "charrúas", si el muy entendido público de Recife le regaló una ovación, es sencillo imaginar lo que sucederá en el partido del jueves ante Tahití en el Maracaná.