¿Qué fue de Gerardo Miranda?

Gerardo MIranda trabaja en la actualidad de comercial

Gerardo MIranda trabaja en la actualidad de comercial

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Estuvo a punto de jugar un Mundial, pero no pudo ser. Estuvo cerca de levantar una Copa del Rey, pero no hubo suerte. Y sobre todo, estuvo a punto de celebrar una Copa de Europa, la más buscada, que se escapó de forma cruel, como un amor ingrato. Cualquiera diría que la vida deportiva de Gerardo Miranda Concepción, canario nacido en la capital de Mauritania en 1956, fue una historia de decepciones, pero en su gesto actual, sereno y risueño, no hay rastros de ingratitud. “Lo mejor es olvidarse de lo malo y quedarse con lo bueno”, reflexiona con esa dulce afabilidad isleña. 

Gerardo habla desde Santa Brígida, a 20 minutos de Las Palmas, prólogo y epílogo de su carrera: allí empezó y allí acabó, en la Unión Deportiva Las Palmas, pero entre medias pasó siete temporadas en el Barça, donde las vio de todos los colores. Llegó en 1981, aunque tres años antes ya pudo imaginarse que el Barça era otro mundo, cuando se enfrentó a Cruyff y compañía en la final de Copa. “Yo estaba muy nervioso, me temblaba todo. Y de repente, en el túnel de acceso al campo, veo a Cruyff fumándose un pitillo tan tranquilo, charlando con Neeskens, entre risas y bromas. Ellos estaban acostumbrados a esos partidos; nosotros no”. 

En mayo de 1981, el Real Madrid ofreció 47 millones de pesetas para ficharlo. Todo estaba hecho: voló a Madrid junto al secretario general de la UD Las Palmas, Jesús García Panasco, pero a última hora, el Barça de Núñez puso sobre la mesa 55 millones. “Ni siquiera mi mujer sabe que estamos aquí, se imagina que seguimos en Madrid, pero yo prefiero llevar los negocios en silencio”, declaraba García Panasco recién aterrizado en Barcelona. Así que Gerardo, el ‘Guanche’, cambió el Madrid por el Barça casi sin darse cuenta.

En Barcelona le esperaban emociones fuertes: ganó una Recopa en su primera temporada, era alérgico al polvo y a la lana, se medicaba para evitar problemas respiratorios y tuvo que convencer a la Federación de que lo suyo no era dopaje (los controles antidoping empezaban a llegar a España), fue titular en la final de la Copa de Europa de 1986, aquella maldita noche sevillana. “No llegué a tirar ningún penalti, pero el día se estaba dando tan mal que de haberlo tirado, supongo que también habría fallado”, reflexiona desde la distancia. Pudo jugar el Mundial de México en 1986, pero le pudo la honestidad: le dijo al seleccionador, Miguel Muñoz, que con sus problemas de asma, no rendiría del todo en la altura mexicana.

todos contra núñez

Y al final, la revolución de abril de 1988, el motín del Hesperia: se dijo que fue uno de los cabecillas del crudo enfrentamiento con Núñez y lo pagó caro, como trece futbolistas más de la primera plantilla, abandonando el club de mala manera. 

Volvió a su tierra para jugar en la UD Las Palmas, sin importarle que el equipo estuviera en Segunda. Pasaron los años y Gerardo se fue apartando del fútbol (estuvo a punto de formar parte de una escuela de fútbol en la isla, pero no lo 

vio claro) y perdiendo aquel pelazo que le acompañaba en su época blaugrana. 

De vez en cuando se deja ver en algún partido de veteranos, pero su tiempo lo ocupa el negocio familiar de alimentación en el que ejerce de comercial y si acaso, alguna excursión en moto por la isla. 

Cuando se da la oportunidad, recuerda con cariño sus siete años en el Barça y nunca se olvida de subrayar que jugó con Maradona. “Verlo entrenar era un espectáculo”. Con fama de hogareño y reservado, apenas se deja ver en el entorno futbolístico de Gran Canaria.