Vuelve a su 'otra' casa

La imborrable huella de Pinto en Vigo

La sanción a Valdés regala a Pinto la posibilidad de medirse al Celta, el equipo en el que jugó casi diez años y donde dejó fama de trabajador incansable

JAVIER GIRALDO

Cuando Javier Maté, mítico portero del Celta en la década los ochenta, llamó al Betis en el verano de 1998 preguntando por José Manuel Pinto, la vida del portero andaluz cambió radicalmente. Maté se dedicaba a entrenar a los porteros del Celta y recomendó su fichaje: terminaba contrato con el Betis y aterrizó gratis en Vigo, donde no tardó en forjarse una fama de 'currante' empedernido, de trabajador incansable.

Pinto regresa este viernes a la ciudad en la que explotó como portero, defendiendo la portería de un Barça que camina con paso firme hacia la Liga. Balaídos le recibirá con una ovación, porque en Vigo se recuerda, sobre todo, su pasión por el trabajo.

También su ascendencia en el vestuario, su condición de portavoz oficioso del equipo en los momentos más comprometidos, de capitán del Celta en sus últimas temporadas: fue el portero del ascenso a Primera en 2005 (también el del descenso dos temporadas después), y el Zamora de 2006.

“Era el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse”, recuerda Víctor Fernández, que le entrenó en sus primeros años en Vigo. Tiempos complicados para Pinto, porque primero Dutruel y luego Cavallero le cerraron el acceso a la titularidad. Cualquier otro se hubiera desanimado, pero no Pinto, que nunca ofreció el menor síntoma de desaliento.

Como ocurre en el Barça, el portero conectó mucho mejor con los chavales de la cantera que con los jugadores más veteranos. Apadrinó a los jugadores que llegaban al vestuario procedentes del filial y su peso específico en la plantilla se multiplicó con el paso de las temporadas.

Era una circunstancia extraña para un portero suplente, habitualmente condenado a la discreción y a un cierto anonimato, pero si hay un portero que se escapa de lo estándar, es Pinto: negociaba con la prensa cuando los periodistas tenían alguna queja o reclamación y era el primero en plantarse en el despacho de los directivos para negociar las primas de cada temporada.

Su esfuerzo empezó a dar sus frutos en 2004, con el Celta en Segunda. Fue el portero del ascenso, y desde ese momento hasta el mes de enero de 2008, cuando recibió la llamada del Barça, fue intocable en la portería del Celta, donde jugó 181 partidos.

El resto de su historia ya es conocida: colecciona títulos con el Barça, que le ha ido renovando año a año. Si no bajó los brazos en sus primeros años en el Celta, tampoco lo hará ahora, con 37 años, dispuesto a jugar hasta que el cuerpo aguante.