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“Tengo guardado el dorsal de Kiplimo en la caja fuerte”

Jonathan Flores, de 48 años, es la jerarquía de la inimitable carrera de Laredo (16 marzo 2024). Un enamorado de su pueblo que despierta energía positiva, sin obsesiones. “He estado año y medio sin hacer la carrera y podía vivir igual” 

 

Jonathan Flores y Laredo: mezcla prodigiosa.
Bueno, yo soy un chaval de Laredo de toda la vida. Estoy enamorado de mi pueblo y hace 21 años, en abril de 2003, nos dio por organizar una carrera. Teníamos un circuito plano y pensamos que se podía lograr algo diferente.

Era corredor entonces.
Tenía 28 años. Corría desde los 20. Recuerdo que entonces me costaba hacer 4 km seguidos, porque yo venía del deporte de raqueta. Pero un día Santiago González me motivó a correr.

Y empezó a correr.
Sí, ya lo creo. Es más, a los ocho meses logré bajar de 40 minutos en 10k. Me hizo muchísima ilusión. Y a los 24 años bajé de 35,00 minutos en un campeonato de pista regional de Cantabria. Y me queda la cosa de que nunca he podido correr la carrera más rápida del mundo.

Laredo.
Nunca pude hacerla y me hubiese gustado. Pero ya es tarde. Ahora estoy volcado en la máquina de remo en el ergómetro. El 13 de enero es el Campeonato de Cantabria y voy a hacerlo. Pero corriendo ya no supero los 40 kilómetros semanales. Sólo hago entre cinco y ocho de rodaje al día y luego voy al club de remo. Llevo la llave y ahí sí me machaco.

¿Y no echa de menos el aire libre?
Pero como corro todos los días. En realidad, el ergómetro es como un gimnasio. De hecho, está considerada la máquina más completa que existe. Le puedo contar que antes cuando corría, como es impacto, tenía que ir a menudo al fisioterapeuta. Ahora voy cada cuatro o cinco meses porque no me hace falta. Y hace poco me encontré a mi fisio y me preguntó si ahora iba a otro y le tuve que decir que no, que no lo necesitaba.

¿Correr es sano?
Muy sano. Es la base de todos los deportes. Pero es cien por cien impacto. Esa es la realidad. Te lo dicen los propios atletas de élite. Si buscas una marca… Yo mismo machacaba para bajar de la barrera de los 33 minutos en 10.000 y nunca lo logré.

¿Y por qué?
No lo sé. No tendría esas condiciones. Y mira que llegué a bajar de 16’00” en pista en 5.000. Pero, eso sí, sólo una vez de las ocho o nueve veces que lo intenté. Pasaba el 3.000 apurado y el día que lo logré en 2005 (15’57”) me dije a mí mismo: ‘ahí lo dejamos’.

No parece que tenga 48 años
El 7 de enero serán 49. La gente me dice que no represento la edad que tengo. Pero yo no hago nada. Trabajo, entreno, me gusta la tarde noche. Quizá sea la genética porque mi madre también parece más joven. Me gusta levantarme a las ocho de la mañana y bajar a la cafetería a leer la prensa y hacer tertulia con los amigos antes de ir a trabajar.

El estrés envejece. ¿Tiene usted estrés?
Creo que sí.  Hay momentos. Pero en general controlo la batalla. Y mire que tenemos negocios familiares en los que se vende ropa y en los que la pandemia nos hizo daño. No fui una excepción.  Pero con paciencia todo se supera.

El 14 de marzo de 2020, el día que se inició el confinamiento, se iba a correr Laredo.
Fue el primer día, sí. Teníamos 2.000 inscritos. Hice un video el martes en el que avisé que se iba a hacer la carrera. El ministro de Sanidad dijo ese día por la mañana que las fallas no corrían peligro y una carrera como Laredo, a comparación de las fallas, es un juego. Pero el martes por la noche ya dijo lo contrario. Recuerdo que a la media hora me llamó la alcaldesa. No había nada más que decir.

¿Y cómo lo vivió?
El sábado hubo gente que vino a hacer la carrera por su cuenta. No se me olvidará. Yo veía a unos y a otros mientras caminaba por el paseo paralelo al circuito. Era difícil de asimilar, pero había cosas más importantes como la incertidumbre que venía.

Correr es lo más importante de las cosas menos importantes.
No hay que dramatizar nada. Claro que fue una faena, pero qué le íbamos a hacer. Le puedo contar que tenía cerrado a Kiplimo. Es más, aún tengo el dorsal guardado en casa con su nombre. Era el número 1. Incluso, nos habían enviado todo el material los managers de Adidas y Nike para los seis africanos que venían a correr. Lo teníamos guardado en el hotel.

¿Laredo es su vida?
Es parte de mi vida. Pero nada más.  Mi vida es mi hija Alba que tiene 14 años. Mi vida son mis padres, mis hermanas, mi gente. Cuando desconecto lo hago del todo. Tengo una forma de ser positiva. Pero admito que la suerte es que Laredo está hecha en el paraíso y yo lo llevo de manera apasionada.

Ya lo creo.
La gente ahora me dice si va a venir Kiptum, que no se mes olvide guardarle una camiseta etc, etc. Pero mi relación con la carrera  no es obsesiva. Estuve año y medio sin hacerla por la pandemia y no la eché de menos. No pasó nada. La vida sigue.

Laredo es una obra de arte.
No lo sé, pero claramente es una prueba que ha cogido fuerza. Nunca he escuchado nada negativo de la carrera. Incluso cerramos a cal y canto el tráfico y no pasa nada. Hay años que han venido atletas de todas las provincias y más gente de Madrid que de la propia Cantabria. Son dos noches de hotel y el ambiente, según la hostelería, es a nivel de agosto en pleno mes de marzo.

Y el responsable es usted.
Bueno, yo sólo soy la cabeza visible, no hay que exagerar, no es justo exagerar porque aquí se trabaja en equipo.

Pero la carrera cambió su vida.
He conocido gente, sí. He viajado mucho. He hecho amigos impensables. Me he sabido mover a nivel de instituciones, de bancos etc, etc. Cuando me entrevistan ya no me tiembla el pulso. Admito que en eso sí he cambiado. Pero, básicamente, sigo siendo el mismo. No voy a cambiar. Voy a cumplir 49 años en enero.


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