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Golpe de Estado al asfalto

Los entrenadores de élite aseguran que sus atletas no superan un 20 o un 30% en asfalto de sus sesiones a la semana.  “Mientras el asfalto te devuelve el impacto, la tierra te lo amortigua. Es la misma diferencia que darte con la cabeza con un colchón o con una pared”,

Es duro como una piedra, porque está hecho de piedra. Pero nuestras mejores marcas están en asfalto. Es más, sin el asfalto no podríamos vivir. De hecho, en las ciudades es lo que la mayoría tiene más cerca de casa. Pero ¿hasta qué punto debemos dosificar el asfalto? “Mis atletas apenas lo utilizan para entrenar a no ser que sea la única alternativa que tienen”, explica Fernando García, Phondy, que hoy es el entrenador de Pol Oriach y ayer lo fue de Elíseo Martín con el que llegó hasta tres JJOO, cinco Mundiales y tres Europeos en los 3.000 obstáculos.

Así que esta parece la primera conclusión: el asfalto no se puede emplear siempre. “O no se debería”, añade Pepe Mareca, el mítico entrenador de Zaragoza.  “Mis atletas lo utilizan, a lo sumo, uno o dos días a la semana. Uno de series largas y otro para rodajes largos. Pero no más”, explica él, que hoy, con 65 años, sigue corriendo todos los días.

Y se trata de un hombre que no sólo fue subcampeón de España de fondo, que entonces eran 30 kilómetros, sino que también llegó a correr el maratón en 2’h20’26”, la media en 1h06” y el 10.000 en 30’00” lo que, en su caso, tuvo más mérito. “Siempre tuve un trabajo físico, en el que cargaba mucho peso, desde que empecé a trabajar de calderero en la fábrica en el año 1972 con 14 años”.

Pero hoy, jubilado, Mareca sigue corriendo y hasta se pone en la línea de salida del maratón de Zaragoza lo que significa que ha hecho las cosas bien. Y ése es ahora nuestro objetivo: aprender de los que más saben, escucharles, preguntarles. “En un maratoniano sí considero que es importante profundizar en el asfalto. Sobre todo, algunas tiradas largas específicas”, explica Antonio Serrano, que en 1994 fue el primer atleta español en bajar de 2 horas 10 minutos en maratón y hoy, a los 58 años, sigue corriendo casi todos los días.

“Pero para definir un porcentaje de asfalto me inclinaría, como máximo, por un 20%”, añade Serrano. “Más no, pues la mayoría lo hacemos en tierra por la Casa de Campo o en la hierba artificial del INEF. Tenemos esa posibilidad y la utilizamos”.

Así que la siguiente presunción es que abusar del asfalto es un riesgo innecesario. Phondy, incluso, lo radiografía con un ejemplo. “Mientras el asfalto te devuelve el impacto, la tierra te lo amortigua. Es la misma diferencia que darte con la cabeza con un colchón o con una pared”, insiste él, que fue atleta desde los 11 hasta los 44 años, con una marca de 2 horas y 28 minutos en maratón, hasta que una artrosis hereditaria le retiró.  “Mi madre la tiene. La gente me decía, ‘claro, todo el día corriendo’, pero yo estoy convencido de que el deporte consiguió que esta artrosis mía se retrasase”.

La experiencia nos ha enseñado a no dictar sentencia. “Todo es acostumbrarse y todo es compatible”, explica Serrano, que ha entrenado a más de 200 atletas (desde el mediofondo al maratón) y que relativiza: “Si llueve, por ejemplo, la mejor alternativa es el asfalto”. Y hasta nos hace pensar al hablarnos de un atleta de maratón que tiene él “y que usa muchísimo el tartán y apenas ha tenido nunca ningún problema físico. ¿Es lo normal? No, pero es la fuerza de la costumbre de la que te hablaba antes”.

“La gente me pregunta si en mi época entrenábamos más en asfalto que ahora. No lo sé, porque la Casa de Campo estaba a la misma distancia del INEF que ahora”, recuerda Serrano. “Pero, en cualquier caso, nunca debes utilizar el pasado como referencia. Yo mismo acabo de cambiar de coche después de 18 años. Y el nuevo no tiene nada que ver con el que tenía antes, ¿por qué? Porque el tiempo pasa y debes adaptarte a los cambios y, en nuestro caso, el entrenamiento ha cambiado mucho. Sobre todo, gracias al material técnico”.

En este debate de ida y vuelta, yo sí recuerdo aquellos años en los que hablaba con Guillermo Ferrero y me decía que se irritaba cuando iba a la Casa de Campo y veía a la gente corriendo por el arcén de la carretera con la cantidad de caminos que hay ahí, porque convertían “el deporte salud en deporte sanatorio”. “En la tierra siempre se puede hacer más, porque las articulaciones sufren menos”, justificaba.

Y ésa es la clave que avisa a los talibanes del asfalto como defiende Antonio Serrano. “Ojalá yo hubiese tenido las zapatillas de ahora en mi época. De hecho, gracias a ellas, ya no creo que el asfalto sea tan dañino como lo era  antes”. Pero la realidad es que sigue marcando diferencias. “Hay que dosificarlo siempre”. Y por eso mismo le preguntamos a Phondy qué necesidad hay de correr ese riesgo.  “Yo te puedo decir que el kilometraje de mis atletas de maratón no supera un 30 o 40% en asfalto”, contesta él, “porque no, porque hay otros terrenos más suaves. Y en nuestra zona los tenemos”.

Y eso permite recuperaciones mejores y más rápidas. Y, aunque no somos jueces y en la vida todo se puede relativizar, si pensamos fríamente en lo que nos han contado estos tres entrenadores de élite, el promedio que trabajan sus atletas en asfalto no supera el 30%. Y eso en los de maratón. A partir de ahí debe ser cada uno quien vea lo que puede o lo que debe hacer. Sobre todo, en esta época en la que hay legiones de atletas aficionados que entrenan hasta cuatro o cinco días a la semana y no tienen entrenador.  Y esta vez he escrito pensando en ellos.

 


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