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El Curro Romero del atletismo español

Oumaiz, en una imagen con el Nerja

Al final, Ouassim Oumaiz siempre vuelve. Es lo mejor que hemos aprendido de él. Un atleta de incontestable talento que este fin de semana nos dejó una marca que abre los ojos al optimismo: 13’06″42 (mínima mundialista)

 

13’06″42

En un sitio que no es de los más mediáticos, en el mitin de Heusden-Zolder en Bélgica

Como si no supiese vivir de otra manera o como si formase parte de él y de su joven biografía.

La biografía de Ouassim Ouamaiz, que ya tiene 24 años y que sigue siendo rigurosamente joven aunque ya no lo sea tanto como el atleta que bailó sobre el barro en Tilburg y que se atrevió a desafiar a Jakob Ingebrigsten en aquel Europeo de cross en el invierno de  2018.

Y entonces pensamos que iba a ser así siempre.

Pero hoy nos damos cuenta de que ha pasado tiempo: casi cinco años. 

Y no todo el tiempo ha trabajado a favor de Ouassim Oumaiz ni de su innegociable talento y ni siquiera de él mismo, que es la parte más importante de toda esta historia.

Sin embargo, a los 24 años, hemos entendido que una cosa es la decepción y otra la desesperación y que en el punto intermedio entre las dos figura Ouassim Oumaiz.

El atleta que, al final, siempre vuelve.

El atleta que se niega a desaparecer.

Y el sábado por la noche lo entendimos con más fuerza si cabe con esa marca (13’06″42), una marca de categoría, mínima mundialista, que representa a Oumaiz en estado puro.

En el futuro pasará lo que tenga que pasar, pero hay que valorar estos momentos de un atleta, cuyo talento vuela alto y que, sin embargo, todavía no ha vivido un gran verano ni un gran campeonato.

Pero ya no vale de nada preguntarse por qué: el pasado no tiene solución.

Ahora sólo existe el presente.

Y lo sabe él, que ya no es un adolescente y que ya ha gastado una parte de los errores que todos tenemos derecho a cometer.

Y eso ya acompaña su personalidad y su manera de reivindicarse corriendo, donde un día (siendo sub-23 de primer año) fue campeón de España absoluto de cross. Y entonces, como cuando ganó en Atapuerca, el mundo parecía hecho a su medida.

Pero nos olvidamos de que Ouassim es un misterio, reconvertido en el Curro Romero del atletismo español, el hombre capaz de lo mejor y de lo peor que cuando cumplió 80 años declaró: “Mi vida ha sido un visto y no visto”. 

Así que es preferible aprovechar el momento.

Y no es que yo, a estas alturas de mi vida, idealice a nadie, pero reconozco que este atleta es una de mis debilidades, una de esas cosas que no acabas de entender y que te gustaría que hubiese sido de otra manera.

Pero por suerte aparecen días como el de Heusden-Zolder en los que todo vuelve a parecerse al principio. 

Y por suerte esos días ya son incapaces de equivocar a su entorno, que saben (y te lo dicen) que Ouamiz es un atleta que requiere mucho trabajo.

Es más, le decía a su entrenador este fin de semana si le parecía oportuno que lo entrevistase (no hace falta ocultarlo).

-Ahora no es el momento. Debe estar centrado para el Nacional -me dijo.

Y entonces recordó que el año pasado sucedió lo mismo y, al final, nada.

Pero qué quieren que les diga, como no nos va la vida en ello, nuestro trabajo es ser optimistas o, como mínimo, reconocer esta vez en la que el optimismo ha sido sincero y nos ha abierto los ojos.

Y vamos a ver si llegamos a Budapest (o qué pasa en Budapest).

Yo sí creo en Ouassim Oumaiz, en su entorno, en su padre, que fue un atleta marroquí de 1 hora 2 minutos en media maratón que tuvo la suerte de ser entrenado por Said Aouita y que ahora trabaja de camarero en Nerja y que es una prueba rotunda de que la humildad es el mejor plan de pensiones.

También me apetece recordar a Ouassim lo que tantas veces le ha recordado su entrenador: todos aquellos que se declararon vencidos antes de tiempo lamentan lo que podría haber pasado de haberse mantenido.

Y parece que ha tenido éxito porque, al final, Ouassim siempre vuelve. 

Y, aunque sea en Bélgica, y no en Las Ventas o en La Maestranza, cualquier regreso siempre valdrá la pena.

Yo permanecería, por lo tanto, con los ojos bien abiertos en el Campeonato de España en Torrent (28-30 julio), donde no se trata de fabricar presión para Ouassim Oumaiz sino de abandonar, por fin, la casa de los espíritus.

Y él, a los 24 años, es el primero que lo sabe.

Así que ya no hay coartada para lograrlo y firmar el primer gran verano de su vida.


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