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Aprendiendo a volar

La Maratón de Dublín es una carrera muy recomendable. La corrí en 2010. Ciudad, Organización y Amabilidad es una combinación que hace que tenga un buen recuerdo. Tengo recuerdos en forma de flashes de todas las maratones que he corrido. Impresiones en la memoria de detalles de la carrera que sé que se van a quedar ahí para siempre y que no olvidaré. El niño que te sonrió, la canción que escuchaste en un punto en concreto, un cartel con un mensaje. No suelo tener recuerdos permanentes en carreras de distancias menores, después de algún tiempo olvido o mezclo detalles, por eso la Maratón es especial.

En Dublín la Organización ponía carteles con mensajes motivadores a lo largo del recorrido. Mensajes del estilo “NO SPEED LIMIT”. Recuerdo uno en particular que animaba en un tramo hacia arriba. Decía “WHAT GOES UP MUST COME DOWN-TOM PETTY” (Lo que sube debe bajar). Es de la canción Learning to Fly de uno de los más grandes músicos americanos, Tom Petty. Aquel mensaje me impactó, recuerdo que pensé en ese momento que vaya buen gusto tenían los irlandeses al haber elegido a Tom Petty para uno de sus mensajes motivadores. En cualquier maratón española una línea de una canción de Tom Petty motivaría bien poco, pero a mí me ayudó a superar aquella cuesta en 2010.

Una semana más ha pasado en mi plan para la Rock n Roll Maratón de Madrid y me encuentro un poco “ aprendiendo a volar ”. El cuerpo ya comienza a adaptarse a los cinco días de entrenamiento, recupero a tiempo y esto se va pareciendo ya a un plan de maratón.

A pesar de tener cerca la tirada larga del día anterior, el lunes el cuerpo pedía pelea, así que metí un rodaje de 13K con un seismil a ritmo de trabajo de umbral de lactato. Estas series largas a ritmo de umbral son el entrenamiento principal del corredor de fondo, es el trabajo que te permite mantener un esfuerzo sostenido en el tiempo.

El miércoles incluí una novedad. Siempre incluyo variaciones en todos los planes, nadie te conoce mejor que tú mismo y sabe hasta donde puedes llegar. Obsesionado como estoy con las cuestas de Madrid, y siendo un “corredor de la pradera”, he decidido que el rodaje medio-largo  de mitad de semana (17-18 kilómetros) voy a hacerlo en cuestas. El miércoles hice el primero, subí a la parte alta de la ciudad e intenté recorrer cualquier cuesta que me encontrara en el camino.

Acabé machacado y con las piernas calientes, en unas semanas espero que este rodaje no me cueste tanto. Al llegar a casa debo bajar un tramo de unas cuantas decenas de escalones y cuando llego abajo escucho una voz interior que me dice “Ahora a subir los escalones de nuevo, campeón. Elevando bien las rodillas”. A pesar de los 17K que llevaba en las piernas, le hice caso. A las voces interiores siempre se les hace caso.

El Jueves las piernas pedían clemencia y las complací con un rodaje cochinero de 11 kilómetros. El cochinero es mano de santo, me dejó nuevo para volver a machacarme al día siguiente con un fartlek a razón de cuatro minutos fuertes y tres suaves.  Y el domingo, muy temprano y en un día precioso con temperatura magnífica, una tirada larga de 24 kilómetros bien aprovechada y a un ritmo razonablemente bueno (4:53 min/km).

En resumen, 78 kilómetros con trabajo de umbral de lactato, cuestas, tirada larga y cochinero. Esto marcha, comenzamos a tomar altura….¡despegue!


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