El Barça se acomodó ayer noche en el sofá con el móvil en una mano y el mando a distancia en la otra. En la tele, un Real Madrid-Valencia en el que lo peor que podía pasar era acabar la primera mitad de LaLiga viendo por el retrovisor a los blancos con cinco puntos menos. Es lo que tiene acabar la jornada laboral con la satisfacción del deber cumplido. O del trabajo bien hecho, da lo mismo.

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