Andrea Rodríguez: "En situaciones adversas, el yoga ayuda mucho"

La novia de Pablo Ráez transmite en su libro el legado de este gran luchador

Han pasado dos años desde la muerte de Pablo Ráez

Han pasado dos años desde la muerte de Pablo Ráez / Cristina González

Carme Barceló

A veces me cuesta transcribir las emociones. Esta es una de ellas. Estoy ante una mujer que ha plasmado en decenas de páginas una espiritualidad muy difícil de describir. Lo ha conseguido. Y lo ha hecho a través de lo vivido al lado de Pablo Ráez, de lo que sabe que le queda por vivir y lo que su muerte ha provocado en la sociedad ayer, hoy y mañana. Andrea es yogui. Lleva muchos años con esta práctica incorporada en su vida junto a la meditación, los retiros de silencio y una alimentación sana. Compartió con Pablo sus últimos meses de lucha contra el cáncer y el movimiento social que generó visibilizando la donación de médula y de sangre. Vivieron días de luces y de sombras con el amor y el deporte como compañeros de viaje. 

SANACIÓN “El yoga nos ayudo mucho a los dos -asegura Andrea Rodríguez- a afrontar el final. Ambos íbamos mucho al gimnasio y realizábamos ejercicio físico pero Pablo, tras su primer diagnóstico, sintió que necesitaba algo más espiritual. Así se inició y así creció por dentro. Encontró sentido a su vida. Interiorizó y su objetivo principal, más allá de su propia curación, fue ayudar a los demás. Nos ha dejado muchos mensajes: deporte, yoga, vida sana... pero también el de disfrutar y vivir el momento presente”.

Andrea tiene muy claro que “en situaciones adversas, el ejercicio físico, el yoga y la meditación ayudan mucho. En este libro he querido recopilar una historia que ha marcado mi vida. Sentí que habíamos vivido algo especial que podía ayudar a mucha gente, que tenía muchos mensajes que dar y que yo recibí. Todas las situaciones se pueden afrontar menos la muerte. Ahí comienza una nueva etapa en la vida porque tienes que aprender a vivir sin alguien”. También quiso “compartir el amor que Pablo sentía hacia la vida y logró que la de los que le rodeábamos fuera más bonita y como encontró sentido a la suya ayudando a los demás. Ha sido una sanación para mi y para otras personas”.

RETIROS ANTIESTRÉS Se rompe. “Uff, me he ‘volado’ totalmente, disculpa”. Han pasado dos años desde la muerte de Pablo Ráez. “Cuando se marchó me quedé muy sola -reconoce-, lamiéndome mis heridas y buscando las maneras de retomar el presente. Empecé a organizar los retiros en el desierto del Sahara. He empezado de nuevo sintiendo que aquella pérdida es bálsamo y bastón, que va a servir a otros y que puedo ayudar mediante el yoga, el senderismo mindfulness y el silencio”. Sabe que “esta sociedad nos lleva a vivir sin tiempo y super estresados. Vivimos corriendo. El yoga es una filosofia que baja el ritmo, aporta quietud y busca felicidad y paz interior. La gente no sabe estar sola, no sabe que quiere y sufre enfermedades relacionadas con el estrés”.

Compartir es vivir y Andrea lo sabe. Por eso ha querido “dejar el legado de Pablo escrito. Donad médula y sangre, por favor. Cada bolsa le hizo salir del hospital y estar esos tiempos con la familia”. Vuelve a romperse, tanto como cuando explica el porqué del título de su libro. Siempre nos decíamos: ‘Te buscaré en otras vidas. Sabíamos que la muerte no era el final. Somos infinitos.  Me vuelvo a encontrar con Pablo cada día en formas diferentes: en las clases de yoga, en el silencio, en cada cosa que celebro... De manera espiritual sé  que en otras vidas nos volveremos a encontrar. Hay pactos de almas y nunca he conocido ni conoceré a nadie como él”.

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