Nadal 'destroza' a Federer y se mete en su duodécima final

David Boti

David Boti

Un nuevo capítulo y un mismo final. Seis de seis. Rafa Nadal mantiene su imbatibilidad ante Roger Federer en París tras destrozarlo en tres sets (6-3, 6-4 y 6-2) y disputará su duodécima final en Roland Garros. El español sumó su décimo triunfo ante el suizo en un Grand Slam y demostró que le tiene tomada la medida, sobre arcilla, a su rival de siempre. El actual número dos rompe, además, una racha de cinco años en los que el helvético le había ganado sus cinco últimos enfrentamientos directos.

El partido arrancó sin la lluvia como protagonista, pero el frío y el viento ocuparon su lugar. Las condiciones no eran las más beneficiosas para Nadal, acostumbrado a lucir a su mejor nivel con altas temperaturas porque la pista se vuelve más lenta, pero fue el mejor de los dos y ofreció una de sus versiones más pragmática al servicio en estas dos semanas en París teniendo en cuenta a quién tenía en el otro lado de la red (68% de puntos ganados con su primer saque).

Federer tuvo su primera oportunidad de rotura en el primer juego de la semifinal. Nadal salió acribillando su revés y salvó el apuro dejando entrever una de las claves del partido, como en los viejos tiempos, el revés del suizo. La pelota de Rafa bota muy alto e impide que el rival pueda golpear donde lo hace habitualmente y eso se traduce en que una de tus armas se vuelve mucho menos certera. Todo lo contrario sucedió en el primer juego de saque de Federer. Primera rotura del partido que, rápidamente, consolidó el manacorí.

Los gritos de ánimos hacia los dos tenistas se mezclaban en una Philippe-Chatrier que se acabó llenando a pesar de la mala climatología. El de Basilea recuperó el ‘break’, pero Rafa continuó a lo suyo. Volvió a apretar en el servicio del suizo y demostró que sigue siendo uno de los mejores restadores del circuito con un 47% de puntos ganados al resto. De largo. Asegurando con su servicio y acortando los puntos, como ya suele ser habitual desde la llegada a su ‘box’ de Carlos Moyá,  cumplió con el plan y se adjudicó el primer parcial del capítulo número 39 entre ambos en algo más de 50 minutos.

NO LE FUNCIONARON LAS ALTERNATIVAS

Federer decidió no ir al cuerpo a cuerpo y optó por introducir, repetidamente, subidas a la red, golpes cortados y también dejadas de todo tipo en busca de soluciones durante el segundo parcial. Habituar a Rafa a un mismo estilo de juego no suele beneficiarte y, todavía menos, sobre pistas lentas donde se convierte en un auténtico muro. Aportó alternativas a su juego, pero el balear siempre encontró una respuesta inmediata para desactivarlo. Se sobrepuso al 0-2 inicial. El sol apareció y desapareció sobre la central parisina a su antojo, pero Nadal se mantuvo impasible. La derecha le corría como en sus mejores días y en el noveno juego asestó el golpe. Llegó a uno de los cambios del helvético y levantó a las gradas de la Philippe-Chatrier. En el siguiente juego, el español cerraría su segundo con un juego en blanco.

Solo en tres ocasiones le han levantado un 0-2 adverso a Rafa en un Grand Slam y esta no fue la cuarta. Federer, algo más perdido que en los dos primeros sets, se acabó diluyendo a pesar del continuo apoyo que recibió desde las gradas. Tras dos nuevas roturas se dio por vencido. Lo volvió a intentar por sexta vez, pero la tierra parisina sigue siendo de Nadal. El vendaval en París tuvo nombre y apellido. 

El último obstáculo del español en su camino hacia su 12ª Copa de los Mosqueteros será el vencedor de la otra semifinal que enfrenta al serbio Novak Djokovic y al austríaco Dominic Thiem.