¡La Real vuelve a una final de Copa 32 años después!

La Real Sociedad termina con el sueño del Mirandés

La Real Sociedad termina con el sueño del Mirandés / RFEF

Alba López

Regresa la Real Sociedad a una final de Copa del Rey 32 años después. En esa ocasión (1988) los 'txuri-urdin' acabaron mordiendo el polvo en Madrid ante el Barcelona (1-0 con gol del Alexanko). Era aquella una Real histórica: la de ArconadaLarrañagaLópez RekarteBakero Begiristain. En La Cartuja, el próximo 18 de abril, tomarán el testigo de sus predecesores RemiroMerinoOdegaardOyarzabalIsak y compañía. 

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Copa del Rey

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Alineaciones
Mirandés
Limones; González (Julio, 60'), Odei, Sergio, Franquesa; Malsa; Álvaro Rey (Mario Barco, 82'), Guridi, Sánchez (Marcos André, 72'), Merquelanz; Matheus.
Real Sociedad
Remiro; Zaldua, Aritz, Le Normand, Monreal; Odegaard (Guevara, 89'), Merino, Zubeldia; Januzaj, Willian José (Isak, 65'), Oyarzabal (Barrenetxea, 77').

Un grupo hecho a medida de Imanol Aguacil, quien ha conseguido dejar su impronta en San Sebastián desde que se hiciera cargo del equipo en sustitución de Asier Garitano en diciembre de 2018. Mañana se conocerá el rival de los donostiarras en la finalísima, que saldrá del enfrentamiento por la noche entre Granada y Athletic. La ciudad de Sevilla ya vela armas ante la posibilidad de un derbi vasco, a poco más de 5 kilómetros de distancia de La Giralda, que puede paralizar Euskadi.

Por el camino, terminó el sueño de un Mirandés que después de deshacerse de tres Primeras (Celta, Sevilla y Villarreal) en esta edición del torneo dijo basta en Anduva merced a un solitario tanto de penalti de Oyarzabal que no debe empañar la extraordinaria trayectoria de los rojillos en una competición en la que ha brillado con luz propia en la última década. 

DUELO DE PIZARRAS

La primera sorpresa de la noche se la llevó el millar de aficionados vascos desplazados a Miranda de Ebro con la titularidad de Januzaj Willian José en detrimento de Portu e Isak. La entrada de ambos en el once, sin embargo, cambió poco o nada en el esquema realista. Entendió Imanol que era importante morder al Mirandés arriba de inicio y prefirió que entre el belga y el brasileño realizaran esa labor de desgaste a veces tan ingrata.

En el otro lado, empezado el encuentro, ordenó Iraola tejer una tela de araña sobre Odegaard con la intención de dejar fuera de la partida los pases filtrados del noruego. Lo consiguió el técnico del Mirandés, pero a costa de desguarnecer las bandas, por donde Januzaj Oyarzabal levantaron dos autopistas de tres carriles sin peaje. La defensa adelantada que planteó la Real, además, obligó a los rojillos a jugar en muy pocos metros y en esa tesitura nunca terminó de encontrarse cómodo el equipo burgalés.

OYARZABAL SILENCIA ANDUVA

Dos avisos de Januzaj en el segundo palo a punto estuvieron de prender la mecha. Ambos tras llegadas hasta línea de fondo por la izquierda primero de Monreal y después de Oyarzabal. Le faltó el canto de un duro al belga para encontrar la red. Achicaba agua el Mirandés como podía. Hasta que al filo del descanso se rompió la presa. Malsa sacó las manos a pasear dentro del área tras una incursión de Zaldua por su carril y Sánchez Martínez no dudó un instante en señalar el punto de penalti, desde donde Oyarzabal no perdonó, silenció Anduva y casi dictó sentencia. 

Porque tras el descanso al Mirandés le faltó fe. No creyó como otras veces había hecho y, salvo en un par de arreones de MatheusRemiro gozó de una segunda parte plácida. Aun así, no dejó de arder la caldera de Anduva cuando venían mal dadas, incluso después de un delicado zurdazo con el interior del pie de Januzaj que hizo temblar al tiempo el larguero de la portería de Limones y los cimientos del estadio rojillo. Se merece un monumento esta gente.

La última media hora sirvió para ver cositas de Isak —le anularon un gol por fuera de juego—, que ha crecido en los últimos meses exponencialmente hasta convertirse en imprescindible para Imanol, y también detalles de Barrenetxea, una de las últimas perlas salidas de Zubieta, cantera inagotable de talentos. 

Ahora espera La Cartuja, donde los donostiarras tendrán la ocasión de volver a tocar el cielo 33 años después como lo hicieran entonces en la tanda de penaltis ante el Atlético de Madrid. Ya va tocando.