La versatilidad de Òscar

Òscar, durante el Celta - Barça

Òscar, durante el Celta - Barça / EFE

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

Cuando llegó al Maccabi de Tel Aviv procedente del Juvenil del Barça, Òscar García ya demostraba cualidades de entrenador que ahora están saltando a la vista en el Celta de Vigo: es un hombre de club de los de verdad y un buen lector de partidos.

Como director deportivo, me encomendaron la tarea de dar un vuelco profesional al equipo de Oriente Próximo y, con Òscar en el banquillo, logramos acabar con una travesía en el desierto de una década sin títulos ganando la liga en 2013.

Conocía bien a Òscar desde que coincidimos en nuestra etapa de jugadores, era muy cercano a mi padre, con quién compartió banquillo en la selección catalana y absorbió sus enseñanzas con la dedicación de un alumno aplicado y discreto.

En los últimos años ha experimentado una evolución positiva como entrenador: de su fidelidad al 4-3-3 ha pasado a una flexibilidad táctica adquirida en sus dos temporadas en la franquicia del Red Bull en Salzburgo.

Los equipos de esta ‘multinacional’ del fútbol son conocidos por arriesgar con una formación 4-2-2-2 que apuesta por la verticalidad en el contraataque. Y eso le ha aportado versatilidad sobre la pizarra.

Su llegada al Celta de Vigo es un ejemplo de buen encaje entre club y entrenador. El equipo gallego también se caracteriza por un fútbol valiente y jugadores de calidad, una concentración de talento sobre el campo que no se reflejaba en la tabla.

Ya dejaron buen sabor de boca en el Camp Nou en el debut de Òscar a pesar de sufrir una derrota abultada por 4-1 y este fin de semana lograban un empate que sabe a revulsivo por partida doble: la confirmación de un trabajo que está dando sus frutos camino de la salvación y un punto que sabe a gloria ante una buena versión del Barça.

La disposición táctica del Celta era clara. Se trataba de fijar a los centrales del Barça con los delanteros, Aspas y Smolov, y someter a los azulgranas con llegadas desde la segunda línea en profundidad y balones al hueco, bloqueando a Rakitic con un centrocampista de los locales. Un plan atrevido que acabó haciendo daño a los visitantes.

El Barça dio motivos para la alegría con una nueva genialidad de Leo Messi en su falta-asistencia a Suárez y una primera parte a buen ritmo. Pero la posesión no es suficiente para controlar un partido, también es necesario amarrarlo. Y una vez más, los culés se dejaron dos puntos fuera de casa sin saber muy bien por qué.

Me parece demasiado oportunista usar este empate para cuestionarse por qué jugadores como Rafinha Alcántara, que firmó un gran partido, no siguen en el Barça. Cuando te enfrentas a tu exequipo, es natural que tengas un plus de motivación.

Además, ver savia nueva en el equipo titular con Riqui Puig y Ansu Fati siempre invita al optimismo. Sobre todo ahora que parece que la plantilla sigue sin rejuvenecerse con una operación de intercambio entre Pjanic y Arthur que cuadrará los números, pero no ayuda a bajar una media de edad que ronda los 30 años. El bosnio es un jugador para hoy, el brasileño era un jugador para hoy y mañana.

ME GUSTA

La Premier del Liverpool de Jürgen Klopp como recompensa a la confianza en un proceso. Mis simpatías se inclinan hacia los diablos rojos por razones obvias, pero no quita para que reconozca el mérito del eterno rival por un proyecto en construcción que ha contado con las dosis de paciencia suficientes con el técnico alemán para saborear un éxito que se ha hecho esperar treinta años.

NO ME GUSTA

 Las polémicas en torno al VAR por enturbiar el fútbol. El recurso al vídeo había llegado supuestamente para evitar equivocaciones. Pero también reconozco que en muchas situaciones me cuesta salir de dudas después de ver varias repeticiones. La perfección no existe, es mejor desviar el foco mediático hacia lo que realmente importa: el fútbol.