Valverde también juega

Valverde habló de la Champions

Valverde habló de la Champions / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

El Barça ganó el año pasado con inmensa superioridad la Liga y la Copa y con inmensa superioridad va camino este año de conquistar nuevamente la Liga. También tiene la Copa a tiro, clasificado ya para la final ante el Valencia, y se dirige, con solvencia y paso firme, hacia el objetivo que marca toda la temporada, la Copa linda y deseada tanto por Messi como por todos los barcelonistas. O sea, que la etapa de Valverde al frente del Barça no puede por menos que considerarse de notable alto, altísimo, casi de sobresaliente. Solo una noche mala, la de Roma, no puede poner en duda el buen trabajo del entrenador.

Siempre digo lo mismo, un mal partido, o dos, hasta tres en año y medio, es un accidente. Más ya serían un síntoma preocupante. Y sin embargo, no noto en el entorno barcelonista, básicamente en la afición, pero también en voces influyentes, una opinión mayoritariamente favorable. Valverde no despierta excesivas euforias, y eso que le ha ganado tres veces de cuatro al Madrid, que le ha metido diez goles, y que ya tiene una manita en su haber en los clásicos, lo que hasta ahora era el baremo para elevar a un técnico a los altares. No, a Valverde le cuesta conectar con el barcelonismo más exigente. Y no es justo. Intentaré explicar porqué. 

Valverde ha llegado al Barça en una época de indiscutible cambio. Es cierto que ha revisado las tablas de la ley de Cruyff y Guardiola y que el estilo de juego no responde exactamente a los cánones por ellos marcados y ejecutados. Los puristas del sistema siempre tienen un pero para él. Pero si somos justos, tenemos que poner en valor que es el primer entrenador de la época triunfal que no tiene a Xavi ni, en su segunda temporada, a Iniesta, los dos grandes cerebros del estilo que nos llena de orgullo.

Pero no solo eso, es un entrenador que tampoco ha podido contar con el desequilibrio y el talento de Neymar; es más, se quedó sin Neymar a quince días de empezar su primera temporada. Forzosamente tuvo que buscar soluciones, innovar, cambiar tácticas... No se le puede culpar de ajustar el sistema a las nuevas condiciones. Valverde no ha podido aprovechar la inercia positiva de un estilo de juego que marcaban dos cerebros privilegiados como Xavi e Iniesta y por lo tanto hay que juzgarle por la realidad que le ha tocado vivir. Y desde este punto de vista, creo que su trabajo es impecable. Le quedaba Messi y alrededor de Messi ha elaborado su plan hasta convertir a Leo, si ello es posible y no significa ninguna irreverencia, en tres veces crack: en Messi, en Xavi y en Iniesta. Una reconversión de este tipo ganando títulos es del todo imposible si el entrenador no cuenta con la implicación de todo el vestuario. 

Este punto es indiscutible. Valverde se ha ganado la confianza y el respeto de sus jugadores, todos ellos de primerísimo nivel futbolístico. A ellos no se les puede engañar. Si le vieran conservador, o directamente cobarde, como a veces se le critica por ahí, no tendría su aval. En mi opinión, Valverde es un entrenador que lee muy bien el desarrollo de los partidos y esto es clave para ganar puntos. Este Barça ha remontado más de uno y de dos marcadores en segundas partes con arreglos tácticos que resultaron vitales. Este Barça cambió de cara para hacer frente al Madrid en la Liga en el Bernabéu tras haberle ganado cuatro días antes por 0-3 en la Copa. 

Este Barça supo contrarrestar, también tácticamente, al único equipo que le había ganado, y goleado, en casa, el Betis, con total eficacia y espectáculo en el Villamarín. Aquí está la demostración del trabajo, estudio y planteamientos del entrenador. Y el reconocimiento definitivo le ha llegado, ni más ni menos, que del mismísimo Lionel Andrés Messi Cuccittini, que en la misma noche que había firmado su enésimo hat-trick y un golazo para la historia, se quitó mérito para dárselo a su entrenador y bendecir el uso del 4-4-2 en momentos puntuales y en beneficio del equipo. 

Comprendo a los nostálgicos, a los puristas de la quintaesencia del tiqui-taca, pero hay que entender las circunstancias de cada momento. Sin Xavi e Iniesta, sin Neymar, sin el espíritu de Puyol, si me apuran, que contagiaba el alma de la cantera, no se puede jugar igual. Y que conste que Valverde no ha traicionado nada; es más, ha adaptado con una sorprendente facilidad a Arthur y le ha dado eterna confianza a Dembélé. Si se le juzga por los resultados, está triunfando. Y si le juzgamos por su trabajo, yo diría que incluso más.