Valverde sabe que su futuro no depende de la cantera, sino de los títulos que gane

Ernesto Valverde, entrenador del Barça, durante el partido de la Liga 2018/19 frente al Celta

Ernesto Valverde, entrenador del Barça, durante el partido de la Liga 2018/19 frente al Celta / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Para entender cómo juega el Barça, hay que saber cómo piensa Valverde. Y una cosa está clara, Valverde piensa en el presente y no en el futuro. Busca el rendimiento inmediato y no piensa en la cantera. Le preocupa solo la presente temporada ya que es muy consciente de que su continuidad en el Camp Nou vendrá dada por los resultados. Sabe que con lo que se han gastado en fichajes, la valoración de su trabajo vendrá dada por los títulos que consiga.

Si no ganara nada, seguro que no le renuevan. Si levanta Copas, la última palabra la tendrá él. También es evidente que en función de que se consiga o no la Champions, las cosas pueden ser diferentes. De ahí que la presión agobie en muchas ocasiones al entrenador del Barça. 

En la banda sufre más que disfruta. En las ruedas de prensa lo pasa mal porque se tiene que morder la lengua para no herir la sensibilidad del vestuario. Con la directiva mantiene una relación cordial pero distante. Con el presidente se entiende pero los resultados influyen poderosamente en su relación.

Con estas premisas, queda claro que Valverde trabaja para mejorar el palmarés de la pasada campaña que según su criterio fue bueno, de notable alto, Copa y Liga. El listón está alto pero le exigirán más. Por eso se ha vuelto pragmático. Sabe perfectamente que está en manos de Messi, que este equipo tiene una Messi dependencia terrible para lo bueno y para lo malo.

Ayer, una vez más, quedó claro. Frente a un Celta que juega bien pero que no vio portería, Messi otra vez fue determinante. Marcó un golazo tras una gran jugada coral y provocó el tanto con el que Dembélé abrió el marcador. La segunda parte fue aburrida y triste. Cuando bajan el nivel de actitud, el rival hasta es capaz de robarles la posesión de balón.

Que nadie espere de aquí a final de temporada inventos ni experimentos. Valverde amarra todo lo que puede. Solo piensa en ganar el próximo partido. Lo demás le trae sin cuidado incluido lo que diga la prensa.

Sin concesiones

No hará concesiones de cara a la galería, sabe que la vida de un entrenador del Barça tiene fecha de caducidad y quiere morir con sus ideas. Confía en los titulares y no le preocupa que le critiquen su olvido de la cantera.

Aleñá jugará pocos minutos y Riqui Puig tendrá que progresar en el filial. Él no es el culpable de que se haya roto la transición de los jugadores de la cantera. El mal viene de lejos. El salto del Barça B al primer equipo es demasiado grande. Además, Valverde que no conoce el fútbol base como Guardiola y Luis Enrique.

Valverde interpreta el fichaje de Jeison Murillo como una urgencia y lo prefiere a un jugador joven de la casa sin experiencia en Primera. Es una opinión respetable aunque este tipo de decisiones causan desencanto en la cantera y explican que algunas promesas prefieran probar suerte en otros clubs donde es más fácil llegar al primer equipo.

En un temporada donde la Champions se perfila como una cuestión de vida o muerte, hay que entender que Valverde esté más preocupado en dosificar a Messi para que llegue a los meses de abril/mayo en la forma actual, que en la demagogia de una cantera que pierde protagonismo.

El nivel del fútbol de alta competición ha subido mucho y cada vez cuesta más que los canteranos se ganen un puesto en los grandes equipos. Otra cosa son clubs como el Ajax, cuya filosofía por encima de los resultados es trabajar con los jugadores de casa.