Así terminará la guerra civil Laporta - Koeman

Koeman y Laporta, juntos en el vestuario

Koeman y Laporta, juntos en el vestuario / FCB

Ernest Folch

Ernest Folch

El colapso actual del Barça es consecuencia de un fallo multiorgánico (económico, social y deportivo) en el que intervienen muchas causas, a cual más grave. Una de las manifestaciones más graves de esta profunda crisis es la guerra civil, abierta y descarnada, entre Laporta y Koeman. La relación entre el presidente y el entrenador se parece ahora mismo a uno de estos matrimonios de conveniencia estrambóticos que han pactado unos padres lejanos ante la estupefacción de sus hijos. En la relación Koeman-Laporta hay dos puntos de no retorno: los titubeos en público del mes de junio, en los que el presidente debilitó al entrenador diciendo que se daba quince días de reflexión, y la última 'vendetta' de Koeman, acusando en medios holandeses al presidente de filtrar informaciones. Tras la exhibición de impotencia ante el Bayern, el club deslizaba ayer 'off the record' que todavía confía en el entrenador, y que tiene que esperar a ver qué hace con la plantilla al completo. Pero la realidad es que todos sabemos que ni Laporta cree en Koeman, ni Koeman se fía de Laporta.

De hecho, una parte de este juego blandengue, sin personalidad y deprimente que vimos ante el Bayern tiene su origen en la fragilidad del entrenador que la plantilla capta perfectamente, y en un desconcierto identitario de proporciones gigantescas: mientras el club proclama en bloque su cruyffismo, lo cierto es que en el campo la vieja doctrina es casi irreconocible, y cada vez es más evidente que las palabras no casan con los hechos. La verdadera cuestión de fondo de esta disonancia es que el entrenador y el presidente han sido incapaces de trabajar un relato común sobre donde va la entidad y el equipo tras el triste adiós a Messi, y cuál es la hoja de ruta que nos espera para los próximos años. Si esto no sucede es porque la relación Koeman-Laporta, salvada ahora en un nuevo match-ball 'in extremis', no tiene ningún recorrido de futuro, como saben ellos dos mejor que nadie, y solo tiene un final posible: todos sabemos que terminará de golpe, cuando ya sea insoportable, con un cese fulminante del entrenador. El misterio sin resolver es por que Laporta le dio un año más de vida cuando nunca ha creído en él y porque estuvo a punto de renovarlo hace solo quince días.

MÉS QUE UN CLUB

En medio del caos, Balde

Uno de los escasos puntos positivos del Barça actual es que ya no hay barreras para los jóvenes. El último en dar el salto ha sido Alejandro Balde, que el martes debutó en el Camp Nou, y en medio de la debacle y el caos más absoluto, mostró velocidad, desparpajo y talento. La irrupción de Balde es la enésima prueba de que el club en su totalidad solo puede agarrarse a la cantera como único faro para los próximos años. De momento se ha conseguido que todo el talento que se bloqueó durante la era Luis Enrique-Valverde-Setién, tiene por fin la oportunidad de expresarse con asiduidad en el primer equipo.

MENYS QUE UN CLUB

Silbar a Sergi Roberto e indultar a Coutinho

Es cierto que Sergi Roberto está a años luz de su mejor momento de forma, y puede incluso que haya agotado su ciclo en el club, pero es humillante que tenga que escuchar silbidos de su propio público que, curiosamente, indultó a Coutinho unos minutos después. La afición es por supuesto soberana y hace lo que le da la gana, pero esto no quiere decir que los otros no podamos opinar. Y lo cierto es que lo sucedido en el Camp Nou este martes demuestra que el desconcierto en la institución alcanza ya a una parte de la grada. Lo mínimo tendría que ser respetar a los jugadores que han demostrado querer al club.