Nos supo a gloria bendita

Los jugadores del Barça celebran el gol de Joao Félix contra el FC Porto

Los jugadores del Barça celebran el gol de Joao Félix contra el FC Porto / Valentí Enrich

Carme Barceló

Carme Barceló

¿Noche de estrellas? Para Disfrutar, sí. No me digan que no es una paradoja maravillosa del destino que el restaurante de Eduard, mateu y Oriolº se hiciera con las suyas en la Gala Michelin a la par que, pocos metros más allá, el Barça sumara una victoria balsámica en Champions League que supo a gloria bendita.

Cocineros en los fogones y otros en el campo, la ciudad condal reunió ayer a grandes hacedores de placeres. Unos más que otros, eso sí. Porque las uñas mordidas del barcelonismo no se cocinan a fuego lento. Se comen sin gusto. Se sufren en silencio o a grito pelado.

Se apuran al límite como este equipo de Xavi que nos tiene en un sinvivir. 43.533 uñas multiplicadas por diez en la grada de Montjuïc, restadas las de los portugueses y sumadas las de millones de culers de todo el mundo que aún utilizan los dedos de las manos para juntarlos y rezar cada semana. Subir la montaña a veces se hace una ídem pero la afición está con los suyos (y con las suyas) y merece un reconocimiento como pocas veces. No hay estrellas suficientes para premiarla, así lo digo y así lo escribo.

Disfrutar, lo que se dice disfrutar, no fue el verbo que conjugó el Barça ante el Porto. Al run-run local previo -una semana en la que algunos cocinaron los peores presagios- se le sumó el ruido ensordecedor de los altavoces de la capital. Escuchar a Inda en ‘El Chiringuito’ asegurar que en el Camp Nou hay aluminosis fue el remate de la fiesta de la caverna. Pero el fogonazo acabó quemando la receta. Otra vez será, Eduardo.

Con el trankimazín aún en vena, asistimos a un triunfo azulgrana que nos dejó una primera mitad -otra- en la que vimos una pasividad intermitente combinada con una intensidad en algunos jugadores, como Joao Cancelo, que nos reconcilió con la especie. A Lewandowski no solo no le llegaban balones, como es habitual. Tampoco estuvo fino con los que tuvo.

Pero Xavi considera que tenerle en el campo es un seguro en momentos que pocas compañías te firmarían un contrato. Y le doy la razón. Porque el técnico barcelonista apostó por un ‘once’ de galones, de experiencia, de los que sabes que puedes y debes pedir que se dejen la piel y tiren de sabiduría. Cancelo, el mejor jugador del encuentro, le había cuestionado en la rueda de prensa previa asegurando que a él no le faltaba mentalidad ganadora.

Estaba obligado a demostrarlo y lo hizo. Eso es lo que pedía Xavi y casi todos lo hicieron. Aquí incluyo a un suplente de lujo como iñaki Peña al que no fue necesario explicarle nada: sustituyó a Marc Ter Stegen al máximo nivel. Parecen hechos de la misma pasta. Currantes, discretos y solventes.

A octavos. A confiar. A trabajar. A creer en el proyecto. A aprovechar esta inyección anímica. A superar estas semanas difíciles y a pensar que éste es el punto de inflexión necesario para darle un empujón al equipo y a las circunstancias. A superar esos inicios de partido que inquietan. A cambiar el tono y ponerle sustancia a un pollo a plancha. A encender la mecha de cada uno de los jugadores y mantenerla candente, en calidad y en cantidad. A que sepa bien y podamos digerirla mejor.