Silva, el mago con sonrisa de matón
Cuando David Silva dejó el Valencia y puso en sus maletas lo que necesitaba para triunfar en Manchester, alguien le dijo, con más o menos estas palabras, “no te digo que va a ser fácil, te digo que valdrá la pena”. Una década después, si quisiera poner lo mismo que trajo en las mismas maletas, no le cabría. David se ha cargado de experiencias, se ha convertido con Cesc Fàbregas en el mejor español de la historia de la Premier y posiblemente en el mejor futbolista de la historia del Manchester City. Los títulos son numerosos y cada uno de ellos son pieles nuevas, celebraciones de un montón de decisiones buenas. Es decir, todo valió mucho la pena y eso no cabe en ningún lado.
La vida son momentos en un libro de fotos. Silva sale en primer plano en un derbi ante el Manchester United en el 2011. El City no había ganado en casa de su máximo rival desde los años setenta, pero algo se estaba cociendo, un cambio de testigo que hoy es incontestable. Se puso el City 1-4 y Silva, aterrizando su talento en el área, marcó sin prisa con un caño incluido a De Gea. Aún quedaba lo mejor: un pase desde la derecha a Dzeko que partió la defensa del United como un cuchillo corta el jamón.
Además le nació Mateo. Ya superados los cuatro meses de dificultades de un nacimiento con prisas (mira las ganas que tenía de vivir que quiso empezar antes), David Silva se lo trajo a un partido del Etihad. Había ido a buscarlo dos días antes con esa libertad que le dio Pep para que fuera y viniera durante esos meses donde apenas entrenaba y jugaba cuando la cabeza y el cuerpo le daba. Presumió de Mateo en el campo y en su primer partido su padre le regaló un golazo de falta contra el Huddersfield.
Silva avanzó porque aprendió a soltar. Le gusta estar rodeado de los suyos, pero es posiblemente el emigrante español que menos ha mirado atrás, que menos ha deseado que su nombre aparezca en prensa. ¿Qué me toca hacer? ¿Quién es el próximo rival? De esas frases están llenas su oraciones. Es uno de los mejores jugadores de la historia de nuestro país, al que no hemos homenajeado suficientemente porque no ha querido participar del tercer tiempo. Y es competitivo como pocos. Rob Green estaba bajos los palos con el QPR que perdía 6-0 ante el City, con media hora por jugarse. Decidido a que el resultado quedara así, tuvo una idea. “Silva, Silva”, gritó. “¡Habéis ganado el partido, parad!”. Silva, con una media sonrisa que podría significar cualquier cosa, le contestó, “amigo, lo siento; imposible”.
Junto a Cesc, se ha convertido en el mejor español en la historia de la Premier... Y posiblemente también sea el mejor jugador de la historia del Manchester City.
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