Riqui, niño y veterano

Ansu Fati y Riqui Puig, entre los candidatos a este galardón

Ansu Fati y Riqui Puig, entre los candidatos a este galardón / VALENTÍ ENRICH

Rubén Uría

Rubén Uría

Día redondo. Penalti a favor, penalti no pitado al rival, tres puntos de oro, cuatro de renta y de propina, 40 millones a la saca por Achraf. El Madrid pasó la noche sentado en la silla del dentista, pero salió con las muelas intactas y más líder. Eso sí, el premio fue un gol de Ramos que mete media Liga en el bolsillo blanco. ¿Y el Getafe, qué? Pues cayó con las botas puestas. Dicen que tiene el mismo encanto que una botella rota de vodka y que practica el antifútbol. Falso. El equipo de Bordalás tiene un mérito descomunal. Sus futbolistas son soldados. Oficio, orden táctico, intensidad en los duelos, presión salvaje arriba, compiten de cine y mueren en cada balón. Getafes y menos mentiras.

Niño y veterano. Tiene físico liviano y cara de lo que es, un niño. Se llama Riqui Puig, le reclamaban muchos culés y por cierto, tenían razón. Forjado en la fábrica de talento de La Masia, este chico pertenece a un selecto club: el de los futbolistas a los que les sobra personalidad. Fue la mejor noticia de un Barça apocado ante el Atleti de Simeone. Sabe tocar el balón, protege la pelota como un diamante y siempre ofrece el balón en mejores condiciones de las que lo recibe. Es un niño, pero juega como un veterano.

Todo por el aire. Albert Celades fue despedido, César Sánchez presentó su dimisión, el equipo volvió a caer, la institución sigue en caída libre, Rodrigo se perderá lo que queda de temporada por lesión y la hija del dueño dice que el club es suyo y que hacen con él lo que les da la gana. Hay que reconocer que Kim Lim tiene razón: como quien paga, manda, Peter Lim está haciendo lo que le da la gana. El club es un terremoto constante, su enésimo proyecto se ha vuelto a disolver como un azucarillo en el café y ahora el valencianismo vuelve a tener cuello para girar al palco. En Mestalla la gente está harta de la política del propietario: cambiar todo para que nada cambie.