La resistencia de la élite

Messi y Luis Suárez, junto a sus hijos

Messi y Luis Suárez, junto a sus hijos / INSTAGRAM

Guillem Balagué

Guillem Balagué

Para esta columna llevo toda la semana imaginando cómo viven el confinamiento los futbolistas de élite. He hablado con algunos, pero seguro que se guardan mucho. Para algunos debe ser, pensé, como una lesión de larga duración, también una especie de aislamiento obligado. Cuando ocurre, muchos se recluyen para que nadie pueda verles débiles (cojos, inhábiles), sus sesiones de recuperación son larguísimas y su relación con el club se estrecha: se ven con los médicos, los fisios y poco más. Pasan por una fase de negación de la realidad. Están lesionados pero piensan merecer el trato de otros, seguir sobre el escenario. A ello le sigue un mosqueo universal, el por qué a mí. Han vivido siempre como atletas y se produce un sentido de pérdida. 

Aburridos, les cuesta manejar los sentimientos, cambian el comportamiento, los que les acompañan en casa deben ser pacientes. Se inundan de tristeza, pierden el apetito, duermen mal, les falta motivación. Se reduce la líbido. Hasta que finalmente, a regañadientes, se inicia la recuperación. De la que, por otro lado, suelen salir más reforzados porque les ha dado para pensar de todo y sobre todo. Y a mirarse al espejo. Y apreciar lo que tienen.

Pero en la situación que estamos viviendo había algo que no encajaba. Miré en las redes sociales y vi que se estaba organizando un campeonato de FIFA de futbolistas, que seguían entrenando en casa, que alguno bailaba vestido de mujer (bueno, uno, Joaquín, claro). Y recordé que lo que les ha llevado a lo más alto fue la superación de varios filtros que a la mayoría de nosotros nos dejaron por el camino. Que están hechos de otra pasta, que merecen seguramente más respeto que el que nuestra versión de aficionado ofrece desde la grada. Son duros, son complejos, son ejemplares. Y viven con ausencia de la duda. No dudan. Hacen.

Entendí que una cosa es sentirse escaso, rodeado de otros compañeros en plenas facultades, y otra adaptarse a las circunstancias -una de sus virtudes- por mucho que estas sean limitantes. Por algún lado escribí las cosas que hacen que Messi sea Messi. Si las tienes todas, eres Messi. Si te falta una o dos, eres Iniesta o Puyol. Y así… Contexto familiar y futbolístico, motivación, ambición, focalización, constancia, sacrificio, humildad, autoconfianza, inteligencia emocional, disfrute, genética, suerte. Cuenten, comparen. Aplaudan.