Opinión

Reflexiones a media Liga

El Espanyol logró contener al Barcelona y obtener un empate en su última disputa liguera

El Espanyol logró contener al Barcelona y obtener un empate en su última disputa liguera / AFP

Bueno, pues ya hemos llegado a la mitad de la Liga. El Barça es campeón de invierno, por los pelos, por dos goles, pero campeón de invierno al fin y al cabo. Nadie ha sido mejor, buena noticia, pero incluso en las buenas noticias hay que hacer autocrítica. Hay dos maneras de tomarse la clasificación y los resultados de esta primera vuelta.

Una, columpiándose en el título de campeón de invierno y otra, preocupándose por ser el peor campeón de invierno de los últimos años. Una, arrojándole precisamente el mencionado título honorífico a la cara del Madrid, con aquello tan pasional de que si están contentos con ser segundos, allá ellos, y otra, preguntarse por qué el Madrid tiene los mismos puntos cuando la temporada pasada estaba a diez y la anterior, a diecisiete. Creo que no debería haber ninguna duda. La responsabilidad obliga a ser autocrítico, a admitir que algo no funciona cuando los resultados se empeñan en demostrar que el Barça va a menos, que ni gana con la facilidad de antes ni, sobre todo y muy especialmente, exhibe el mismo juego, fluidez y eficacia que antes. 

Los números son los que son. 40 puntos. 17 perdidos de 57, casi un tercio. Tres puntos menos que el año pasado, once menos que hace dos. Hay más datos preocupantes: seis partidos de Liga encajando primero. Pero más preocupante es que Valverde diga que después reaccionan. Mentira, reaccionan a medias. Osasuna, Real Sociedad y Espanyol volvieron a empatar después del 1-2. Es señal de que el equipo flirtea con la ley del mínimo esfuerzo, es síntoma de conformismo y de no saber cerrar el partido.

Tan grave es encajar primero como al final, es falta de concentración y de exceso de confianza. Más: 15 puntos perdidos en campo contrario. La mitad. El cuarto equipo, 5 menos ha perdido el Sevilla, 4 el Madrid y 2 la Real Sociedad. Y lo peor, cinco puntos se han perdido contra dos recién ascendidos, otros dos ante el colista y tres frente al Levante. Solo la derrota ante el Athletic puede considerarse razonablemente asumible. 

Podríamos seguir. Trece goles encajados en los desplazamientos y diez en el Camp Nou. Muchísimos. 23 goles en total. El doble que el Madrid y Atlético (12), diez más que el Athletic (13), cinco más que el Sevilla, tres más que el Getafe. A Valverde le hará mucho daño el empate de Cornellà, tiene demasiados frentes abiertos por resolver. De Jong ha de explotar, Griezmann juega bien un partido pero no se le ve en otros tres, en el derbi, sin ir más lejos. Da la impresión de que el equipo no está trabajado, es una certeza que depende de la inspiración individual de Messi Suárez, cuando no de Ter Stegen, que esta es otra.

Podríamos concluir que el Barça es líder de una Liga mala, líder irregular en el torneo de la regularidad, lo cual es el contrasentido máximo. Los demás están peor, sí, pero cuando uno es exigente, autocrítico y responsable, los demás le han de importar un bledo.

De este Barça hay que esperar más, Valverde ha de resolver de una vez por todas si es un problema de fútbol, de táctica, de transición hacia una renovación que no acaba de producirse o es un problema de mentalidad, de cabeza, de actitud. Es posible que, mentalmente, después de tantos títulos, la Liga no entusiasme y que toda la energía se reserve para la Champions. Pero no es el camino, pues instalados en este plan de mínimos, el riesgo de quedarse sin una cosa ni la otra es altísimo. 

La clave

Hay que hacer autocrítica y preguntarse por qué el Barça va a menos