Un proyecto pendiente de la Copa

Ernesto Valverde, en rueda de prensa

Ernesto Valverde, en su primera rueda de prensa en Barcelona tras la debacle en Liverpool / Javi Ferrándiz

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Ganar (o no) la Copa no debería modificar la hoja de ruta de la directiva del Barça. Tras un nuevo fracaso en la Champions (el segundo consecutivo en la ‘era Valverde’), el proyecto futbolístico de la próxima temporada no puede estar condicionado a un título menor. Y digo (escribo) futbolístico porque lo que está en cuestión es, nada más y nada menos, el modelo de juego del equipo.

Porque, más allá del ‘factor Messi’ (el mejor jugador del mundo que sigue tapando todas las carencias aunque, a veces, como en Anfield, no pudo hacerlo), el Barça debe decidir qué estilo quiere desplegar a partir de ahora. Viendo, como se ha visto, que la ‘evolución’ que empezó con Luis Enrique y se consagró con Valverde no ha surtido el efecto esperado. Al contrario. Más allá de aquel triplete del 2015 (con el excepcional tridente Messi-Luis Suárez-Neymar en un también excepcional estado de forma), el Barça ha tropezado desde hace demasiados años en la Champions. Solo un triunfo en ocho temporadas es demasiado poco para un equipo que tiene a Messi en sus filas.

Esperar a ver qué pasa en la Copa es una estrategia cobarde. El conservadurismo a la hora de tomar las decisiones vitales para el futuro (¿seguirá o no Valverde? ¿seguirá o no Pep Segura? ¿habrá o no revolución en la plantilla?) es tremendamente perjudicial para el proyecto. Porque significa que este supuesto proyecto está supeditado a un resultado. No a una idea. Y eso es lo peor que le puede pasar al Barça. A no ser que el sonrojante comunicado emitido tras la junta directiva del lunes sea solo una cortina de humo para calmar los ánimos y que las decisiones ya estén tomadas. Cosa que dudo. Y mucho.