La paz social de Bartomeu

Bartomeu defendió a Valverde ante los socios

Bartomeu defendió a Valverde ante los socios / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

Pues sí, el Barça va bien. Incluso muy bien. Cierto, estamos todavía en el mes de noviembre, pero el club presenta hoy una muy buena salud. A pesar de los pesares, el equipo lidera la Liga y la Champions. A pesar de los pesares, Valverde ha sabido encontrar una fórmula para que el equipo sea sólido y competitivo. A pesar de los pesares, hay banquillo después de años de quejarnos de la falta de fondo de armario. Sin Messi, se ha goleado al Madrid 5 a 1, y se ha provocado en el eterno rival una de las peores crisis que se le recuerdan. Los fichajes convencen: Arthur es un hallazgo providencial y de enorme mérito, Lenglet ha hecho olvidar Umtiti y se ha conseguido encauzar el enfado de Arturo Vidal. A Valverde se le reprochaba que no intervenía y lo hacía tarde, y ahora ya es capaz de arreglar encuentros (Rayo e Inter) con sus cambios. 

Quedan asignaturas pendientes, especialmente la de cantera, que sigue muy lejos de tener el rol deseado por todos. Pero el panorama, en general, invita al optimismo. Quizás no es ninguna casualidad que la tranquilidad deportiva llegue en un momento de paz social, en la que cada vez más lejanas y obsoletas las viejas guerras de nuñistas, cruyffistas, laportistas, rosellistas, guardiolistas, luisenriquistas y demás especies barcelonistas. Paz social no quiere decir que hayan desaparecido las discusiones ni los conflictos: hay crisis por el escudo (por culpa de una pésima gestión de la asamblea), reflexiones cada vez más apremiantes sobre el modelo de gobierno del club, y hay quien duda de la salud económica del club a pesar del reciente récord de ingresos. Pero son debates que forman parte de una pluralidad que no debe perderse nunca pero que cada día están más alejados del viejo eje nuñismo-cruyffismo: en la asamblea del escudo la discusión ya no fue entre las viejas bandas sino sencillamente entre partidarios y detractores de la nueva heráldica. 

Esta sana paz social, que incluye la crítica cuando es necesaria, ha sido posible también gracias a Bartomeu, un presidente que ha tenido la habilidad de no irritar ni provocar incendios innecesarios con sus palabras. Consciente de los errores de sus predecesores, ‘Barto’ ha entendido que la desinflamación de la vieja guerra civil culé puede ser, al final, el gran orgullo de su mandato. Últimamente hay quien le susurra al oído viejas conspiraciones para que el club vuelva a surfear sobre el conflicto social, como había hecho siempre. Hay quien, efectivamente, vive mejor en guerra que en paz. Esperemos que el presidente haga oídos sordos y siga con su línea conciliadora.