Esta ola ya no la para nadie

Jenni Hermoso, durante la final de la Champions ante el Lyon

Jenni Hermoso, durante la final de la Champions ante el Lyon / Javi Ferrándiz

Carme Barceló

Carme Barceló

“¡Despega ya, que nos esperan Alexia y Aitana!”. Carla y su hermana Marina no levantan dos palmos del suelo pero llevan desde las cuatro de la madrugada en pie para no perderse su primera final. Y, claro, si el comandante dice que hay que revisar una pequeña incidencia, son las únicas a las que lo único que les preocupa es el tiempo, no el peligro ni el miedo. En uno de los vuelos charter que fletó ayer el club viajaban estas dos hermanas con sus padres, un matrimonio con tres nietas, otro con un hijo adolescente y muchas familias.

La del Barça Femení es una afición distinta a la del equipo masculino. Es la que llena el Camp Nou, la que no para de animar ni con tres goles encajados, la que interpreta el himno con orgullo de pertenencia y la que se reconoce en todos los valores que promulga la entidad. Otra pasta, otra puesta en escena y otro objetivo que va más allá del resultado. Y todos, desde la más pequeña hasta el abuelo de 80 años, lo predican.

Vi a señores de mediana edad con la camiseta de Alexia y de Mariona Caldenteny. Vi bebés vestidos del Barça porteados por sus madres. Vi a grupos de chicos y chicas que, a pesar de cruzarse literalmente con la jugadoras del Lyon en el paseo matutino de las francesas, no las increparon ni les metieron presión. “Ya nos veremos en el campo. Vamos a la Piazza San Carlo, que es donde está nuestra gente”. Otro rollo. Otra cara de la misma moneda. Los que no rompen el carnet cuando van mal dadas.

Las quince mil almas culés que llegaron a Turín invadieron las calles de deportividad, pasión y normalidad. La que llevan empujando desde hace muchos años, aunque Ada Hegerberg dijera hace unas semanas que “el fútbol femenino ya existía antes del Barça”. Equivocó el mensaje porque, más allá de la rivalidad, hay un carro al que deben subirse todas para reconocerse y ser reconocidas.

Porque esta ola ya no la para nadie. Porque muy atrás quedan aquellos que decían que “ni es fútbol, ni es femenino”. Dejémoslos sin jugar en la banda y subámonos a este avión que ha roto la barrera del sonido y tantas otras. Marina y Carla no llegaron a casa del todo tristes porque saben que van a volver. Alexia y Aitana las esperan.