Mirando a Valverde

Valverde habla en Praga ante los medios

Valverde habla en Praga ante los medios / VALENTÍ ENRICH

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Hoy tendríamos que hablar del clásico, más exactamente de las secuelas del clásico que hubiera podido dejar muy tocado al Madrid y a Zidane al borde del cese, pero que también podría haber supuesto un golpe a la credibilidad del Barça y, sobre todo, a la de Valverde, después de ganar cómo ganó en Praga, en medio de críticas internas y públicas de sus propios jugadores.

Hubiera sido un gran clásico, con emociones que iban más allá del terreno de juego, pero esos dirigentes que más que dirigir estorban, lo han aplazado de forma absolutamente precipitada. Y pienso que equivocada, porque sin informes de seguridad que lo aconsejaran, suspenderlo ha sido ir en contra de la normalidad, que es lo que menos se necesita alterar en estos casos. Sí, tendremos el clásico dentro de un mes y tres semanas, pero ya no será el mismo que la competición exigía. Vete a saber si los dos equipos tendrán la presión que tenían, si los lesionados recuperados acaso sean decisivos, si habrá otros lesionados que lo cambien todo, si Zidane estará en el banquillo del Madrid... Como ven, alteración clara de la la competición.

En fin, observarán que deslizo que Zidane puede que ya no esté en el Madrid y no digo lo mismo de Valverde. Y, sin embargo, ello no quiere decir que el entrenador azulgrana esté libre de presión ni de pecado. Si alguna ventaja tiene respecto a su colega madridista es que tiene la Champions encaradísima y en cambio Zizou aún tiene la espada de Damocles-Mbappé sobre su cabeza. Y sobre todo, la gran ventaja de Valverde es que tiene mucho mejor equipo que Zidane y, además, Bartomeu no es de los que cambie de entrenador, todo lo contrario que Florentino. Pero ello no impide que Valverde esté en el ojo del huracán. 

Miren, hay una imagen del partido del miércoles contra el Slavia que vale más que mil palabras. Me refiero a la mirada fija, gélida, penetrante de Messi a Valverde tras el gol del empate del rival. Una mirada que pudo durar un minuto, toda una eternidad. Una mirada que podría traducirse en algo así como “haz algo, míster, que así no podemos seguir”. De hecho, no solo Messi mira a Valverde, todo el barcelonismo lleva mirándolo desde hace tiempo y me da que no acaba de entenderle. Mirándolo y pidiendo explicaciones. Pero que lo haga Messi, que fue el que le mantuvo en el cargo tras del fiasco de Liverpool, es definitivo. Y que el mismo día, una hora después, Ter Stegen sacara del vestuario las dudas tácticas que tienen los jugadores, pues aún hace más visible el problema. Y todo ello, en la semana que alguien filtró la cláusula de Koeman para liberarse de Holanda y poder fichar por el Barça tras la Eurocopa.

Miren, las filtraciones nunca surgen por casualidad, las filtraciones suelen tener muy mala leche. O sea, que como pide Ter Stegen, hay muchas cosas de qué hablar. Todos, entre todos y de todo. Pero lo más importante es que Valverde convenza a los jugadores de su sistema, de sus alineaciones y de sus decisiones. Solo a partir de ahí podremos después debatir si correr es o no es de cobardes, que esta es otra, aunque también ahí el entrenador tiene ahí mucho que decir.