'Messidependencia' en grado extremo

Leo Messi, ante el Alavés

Leo Messi, ante el Alavés / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

En plena transición entre la era Luis Enrique y la era Valverde, entre un Barça todavía provisional y el definitivo que se cerrará en pocos días, el equipo se refugió una vez más en el valor seguro que nunca falla, conocido como Leo Messi. El Barça está hoy en plena revolución, donde cada choque se convierte en un banco de pruebas en el que se examinan jugadores, se cambian sistemas y se inventan posiciones con suerte dispar, pero hay algo que afortunadamente sigue intacto, que es el compromiso y la efectividad de Messi, que liquidó al Alavés con dos goles y otro palo, incluso después de haber fallado un penalti, incluso en un partido con pocas ocasiones, incluso a pesar de su evidente soledad.

La ventaja de hacer experimentos con Messi en el campo es que se corre un riesgo casi nulo, puesto que está científicamente probado que siempre habrá un momento en el que aparezca el mejor jugador del mundo para sentenciar. Valverde confirmó contra el Alavés su intención de balancear el peso del equipo otra vez hacia el mediocampo y alineó un once en el que había al menos cinco centrocampistas. Indudablemente, el entrenador blaugrana parece primar el control por encima de la verticalidad y se intuye una obsesión por tener el balón, como en los viejos tiempos.

Digamos que lo primero que está enseñando Valverde de su interpretación del ‘libretto’ blaugrana parece muy alejado de Luis Enrique, aunque es cierto que es temprano, faltan jugadores y no se puede ver todavía toda la ideología plenamente desplegada. El primero consciente de toda esta provisionalidad es Messi, que es capaz de sacar petróleo de los pocos recursos que tiene el equipo en este momento. Leo se movió por el campo con la inteligencia habitual para aprovechar al máximo la magia de Iniesta, el talento de Sergi Roberto y la capacidad de generar espacios de Deulofeu, y aunque esto es mucho menos que lo que tenía hace escasos meses, ahora le basta al menos para terminar de manera fulminante con el Alavés. Cierto, el Barça siempre ha tenido ‘Messidependencia’. Pero la de ahora, en plena travesía del desierto, es extrema.