A Messi se le disfruta

Messi

Messi puso con especial mimo el balón para lanzar la falta que significó el 0-3 y su segundo doblete consecutivo en Liga / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

NO HAY DEBATE. Tres partidos seguidos buenos del Barça. Igual está en buen camino. ¿Logrará la regularidad necesaria? Fórmula Simeone. Partido a partido. Koeman parece haber dado con la tecla, Pedri aporta luz, De Jong se siente importante y sólo un negacionista podría atizar a Griezmann, que descorchó el partido de manera notable. Para todo lo demás, como Mastercard, está Messi. El de siempre, como siempre. Lideró, se asoció y marcó. En declive, dicen. Acabado, dicen. Ha vuelto, dicen. La realidad es que se quiso ir porque estaba harto de que le mintieran y que no ha vuelto, porque nunca se ha ido. Estará mejor o peor, pero lo intenta siempre. Los falsos profetas buscan nueva cueva. Para resguardarse de Filomena y para asumir que sigue siendo el mejor. No hay debate. A Messi no se le puede explicar. Simplemente, se le disfruta.

VALORES DE QUITA Y PON. Debía ganar en campo del penúltimo para dar caza a un equipo con tres partidos menos, pero el Madrid acabó mustio. Zidane, un señor que rara vez busca excusas, se traicionó: que si no se debió jugar, que si el campo y que si la abuela fuma. Courtois fue más allá: cargó contra LaLiga, habló de carreteras, familias y dejó caer que no son marionetas. El lloriqueo merengue tuvo antídoto en Kroos, que supo ser elegante: cero excusas, porque el campo estaba mal para los dos equipos. Mejor demostrar valores que presumir de ellos. Se gane o pierda, los valores no son de quita y pon. Un diez para el alemán.

VACUNAS EN NESYRI. Youseff En Nesyri, de profesión delantero, no es ningún virtuoso, no posee un regate eléctrico y no define como los elegidos. Sin embargo, conoce su oficio. Es potente, trabajador e insistente. Una migraña. Hecho pedazos tras su fallo ante el Liverpool y el alto precio de su fichaje, el marroquí está respondiendo dentro del campo. Lideró al Sevilla, vacunó a la Real tres veces y dejó su sello a un partido loco. No es un prodigio de estética, pero sí se parte el pecho por el escudo.