MI VERDAD

Los méritos de Luis Enrique no los puede discutir nadie

Luis Enrique Martínez, entrenador del FC Barcelona, durante una rueda de prensa

Luis Enrique Martínez, entrenador del FC Barcelona, durante una rueda de prensa / sport

Josep Maria Casanovas

CAMBIO DE ESTILO. El Barça está sufriendo una metamorfosis importante en su juego. Se nota la mano de Luis Enrique. La evolución en el estilo es evidente. El centro del campo ha perdido protagonismo, el tiki-taka ha dejado de ser religión de obligado cumplimiento. Se impone un juego más directo, el contragolpe como arma letal, la posesión de balón ya no es una obsesión y el equipo ataca y se repliega con mayor velocidad. El cambio da resultado. Lo que quiso hacer el Tata Martino y no se atrevió se ha hecho esta temporada sin traumas. Todo esto es mérito del entrenador, que ha conseguido que la afición deje de mirarse en el espejo de Guardiola. Pretender que el equipo juegue siempre bajo un mismo patrón es un error ya que hay que adaptarse a las características de los jugadores en cada momento. Luis Enrique se está saliendo con la suya. No es nada fácil ganarse la confianza de un vestuario donde hay tantas vacas sagradas. Tuvo sus roces, pasó una etapa de incomprensión y hasta tuvo que ceder en algunas cosas. Todo puede darlo por bien empleado. Hoy puede presumir y no presume de haber logrado que Messi se vuelva a implicar al cien por cien. Ha conseguido que el tridente funcione, que la defensa ya no sea de mantequilla y que Bravo se confirme como un portero sólido. El Barça vuelve a ser un equipo casado con el gol, con personalidad propia y valiosas individualidades.

SITUACIÓN CONTROLADA. A estas alturas del mes de marzo, es imposible vaticinar lo que puede ganar este equipo. Pero las perspectivas a día de hoy son inmejorables. La Copa está a su alcance si tenemos en cuenta que en la final son favoritos. La Liga se ha puesto de cara gracias a los tropiezos del Madrid y el día 22 en el Camp Nou pueden dar el golpe de gracia. Y en la Champions, este Barça tiene ganas de recuperar el prestigio perdido, toca volver a ganarla. Luis Enrique controla la situación, ha cogido la medida al equipo. Asume las victorias con normalidad, sin triunfalismos, como debe ser. Los buenos resultados le han dado tranquilidad y confianza a nivel personal. Los aficionados valoran su trabajo mientras que la directiva le mima consciente de que su éxito puede significar su continuidad. En definitiva, el entrenador del Barça ha alcanzado un punto de equilibrio que puede ser decisivo de cara a la fase culminante de la temporada.