Los (malos) fichajes tapan a la cantera del Barcelona

FC Barcelona, 4 - Cultural Leonesa, 1

FC Barcelona, 4 - Cultural Leonesa, 1 / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

El debut de Riqui Puig con el primer equipo del Barça, aunque fuera en un partido poco trascendente de dieciseisavos de final de Copa, ante un rival modesto y sin nada en juego, ha provocado un impacto notable. Sin duda, Riqui Puig tiene algo especial, un don diferencial que lo distingue de los demás cuando se mueve por el campo y es capaz de inventarse pases como el que el miércoles le dio a Denis Suárez.

Sin embargo, la ilusión que ha provocado el debut de la joven perla de La Masia debe inscribirse en un contexto en el que el aficionado culé reclama, cada día con más fuerza, que el rol de los canteranos sea mayor y no se limite solamente a unas descafeinadas eliminatorias de Copa. Hay sed de cantera.

Por eso generó tanta ilusión que Aleñá tenga ya dorsal del primer equipo, por eso hay más voces que piden valentía con Chumi, Miranda u Oriol Busquets, que también jugaron el miércoles. Siempre hay el contrapunto razonable de los prudentes, que piden paciencia y piensan que hay que dosificar las apariciones de los jóvenes en el primer equipo para no hacerles daño.

Lo que sucede es que el club necesita urgentemente que nuevos talentos de la cantera se hagan un sitio en el primer equipo, no solo por razones deportivas sino también y sobre todo por razones económicas. Ciertos entornos llevan demasiados años siendo muy indulgentes con los fichajes (se pedía paciencia por ejemplo con el sobrevalorado André Gomes) y en cambio muy duros con la cantera.

Quizás va siendo hora de invertir los términos: máxima exigencia con los que llegan, máxima tolerancia con los que vienen de casa. Porque es hora de hablar claro: los fichajes, si no son primeras estrellas mundiales (y entonces son por supuesto bienvenidos e indiscutibles) tapan la progresión de los jóvenes de La Masia. No hay sitio para todos.