Koeman se ha autodestituido
Que el Barça tiene una plantilla con menos talento, calidad, desequilibrio y goles que la temporada pasada lo ve hasta un ciego. Que a la plantilla actual se le podría sacar mucho más rendimiento y que es mejor que la de equipos como el Benfica, el Cádiz y el Granada, también. A estas dos realidades se añade otra. Que Ronald Koeman dirigirá al equipo contra el Atlético de Madrid mañana en el Wanda Metropolitano, aunque no se podrá sentar en el banquillo por sanción, pero está más que sentenciado. Si pierde, irá a la calle aprovechando el parón de selecciones y teniendo en cuenta el calendario posterior y una Asamblea de Compromisarios muy importante para la junta directiva que preside Joan Laporta. Si puntúa, quizá tenga algún partido más de margen, pero acabará cayendo al mínimo tropiezo. Caer, dejar de ser entrenador del Barça, parece que sea un deseo del propio Koeman, harto de la desconfianza que el club ha mostrado en él desde el pasado verano. Solo así se pueden explicar algunas de las decisiones que ha ido tomando el holandés en las últimas semanas y partidos. Desde ataques desde su entorno a la presidencia, pasando por no atender a los medios de comunicación en la previa del partido contra el Cádiz y leer un comunicado que no agradó nada al presidente, a quien contradice constantemente en su discurso.
Laporta, aunque sabe que la situación del club es más que complicada, no quiere ni oír hablar de transición y cree que el Barça puede luchar por sumar algún título a su palmarés esta temporada, mientras Koeman ha repetido una y otra vez aquello del “es lo que hay”, explicando que con esta plantilla no se puede aspirar a nada en Europa y a poco en la Liga. Palabras, por cierto, que tampoco han sentado nada bien a algunos de sus jugadores, que públicamente han dicho que están en el Barça para ganar. Palabras y hechos de Koeman que pueden hacer pensar que buscaba la destitución y a los que se debe sumar el nefasto partido de Lisboa contra el Benfica. Un partido en el que el holandés no dio una a derechas, siendo el máximo responsable de que el equipo esté ahora en la UVI por lo que a clasificación para octavos de la Champions se refiere. No dio continuidad a la ilusionante y acertada alineación del día del Levante. Volvió a plantear un partido con tres centrales como el día del Bayern con idéntico resultado. Puso en los primeros minutos a Eric Garcia y no a Araujo sobre Darwin Núñez. Quitó a Frenkie de Jong de la posición en la que más daño estaba haciendo para poner al holandés de central. Hizo cambios incomprensibles, como el de Mingueza en el último minuto... Ni una buena decisión. Todas erróneas. Como si quisiese autodestituirse.
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