Jugar en casa, un arma de doble filo

La pista central de RCT Barcelona

La pista central de RCT Barcelona / sport

Alex Corretja

Alex Corretja

Siento una gran nostalgia cuando veo en mi agenda que esta semana estaríamos disfrutando del trofeo Conde de Godó, uno de los torneos al que más cariño le tengo, pero que jamás supe cómo controlar emocionalmente cuando era jugador. No era capaz de separar lo que sentía fuera de la pista una vez dentro de ella. 

Eran tantos los inputs externos que recibía que cuando entraba a competir estaba ya agotado mentalmente. Lo jugué 13 años y los rivales que me derrotaron fueron mejores que yo, no me excuso en este sentido, pero sentía que nunca daba el 100% de mi tenis. Admiro a la cantidad de compañeros míos que se alzaron con el título seguramente sintiendo algo parecido. 

¿Cómo se producía este desgaste previo, y qué lo hacía tan diferente? Para empezar era la única semana del año que jugando un torneo ATP dormía en casa, se me hacia raro hasta coger mi coche para llegar al RCT Barcelona. Antes de llegar al vestuario del club, había charlado con mi amigo el jardinero, con los camareros del club, los del control de pistas, los muchos aficionados que me paraban y, para rematar todo este ‘cocktail’, las ‘amigas’ de mi madre que en cinco minutos querían saber todo lo que me había sucedido personal y profesionalmente durante los últimos doce meses de mi vida, por no hablaros de la cantidad de mensajes que recibía solicitándome entradas para verme jugar... todo esto me generaba tensión, ansiedad y me sacaba de mis rutinas habituales en cualquier otro torneo en el extranjero. 

Jugando los partidos reconocía los gritos de ánimo de mis familiares o amigos provenientes de la grada. No era capaz de concentrarme solo en el rival y mis sensaciones deportivas. Sinceramente, la semana del Barcelona Open Banc Sabadell era superior a mí. Tanto era así, que cuando caía eliminado el jueves o el viernes sentía un gran alivio. ¡No tenía que volver al club! pensaba.

Lo intenté todo para despojarme de estos sentimientos, incluso llegué a dormir en el hotel oficial del torneo para acercarme al máximo a una semana habitual en el circuito, pero ni así lo conseguí. Al llegar al club me bloqueaba. Era el título que más ilusión me hacía del año y a la vez el que más se me atragantaba.

Mi mejor resultado fue en el año 94 con tan solo 20 añitos de edad donde alcancé las semifinales perdiendo frente a Carlos Costa 6/3 6/3, y derrotando a Jim Courier por el camino, y eso que al salir de casa conduciendo se me cruzó un gato negro y encima era martes 13. Desde entonces esta superstición dejó de existir para mí.

Pasados los años, ya como comentarista, veo con orgullo que este torneo haya crecido tanto y se haya convertido en un referente para nuestra ciudad y el mundo entero. Este año no lo hemos tenido y reconozco que lo he echado mucho de menos, y aunque emocionalmente me agota, estoy deseando que nos volvamos a ver todos en el 2021.

SALIR A LA CALLE CON NIÑOS

Llegan buenas noticias. Llevamos ya muchos días encerrados en casa y los que tenemos niños hemos tenido que ingeniárnoslas para distraerlos de la mejor manera posible: trabajos manuales, bailes, cocina, películas… y por fin parece que podremos salir con ellos a la calle un ratito. Poco a poco, buena letra y seamos todos responsables y conscientes de lo que nos jugamos. No metamos la pata y que esto suponga un paso atrás en esta maldita pandemia que nos ha tocado vivir.

FEDERER Y NADAL 'SE ENTIENDEN'

Las cosas que tiene la vida... y las nuevas tecnologías. Roger Federer lanzó una iniciativa en su twitter acerca de la fusión entre el circuito masculino y femenino. Las reacciones no tardaron en llegar por parte de muchos tenistas. El propio Rafa Nadal mandó un mensaje apoyando esta idea del suizo y se mostró optimista con esta gran iniciativa. Ojalá que algún día se haga realidad, pero probablemente aún hay que dar muchos pasos antes de que la ATP y la WTA puedan llegar a un entendimiento.