Jasikevicius y ese misterio que algunos llaman carisma

El lituano se abre en su autobiografía y mantiene el mismo tono visceral y disfrutón que en la pista

Jasikevicius, protagonista

Jasikevicius, protagonista / AFP

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Con el carisma ocurre algo parecido a la elegancia: a menudo es involuntario. Cuando hay demasiado esfuerzo, solo queda el artificio y la impostura. No es lo mismo una fotografía de gente posando que de gente pasando completamente de la cámara. En el segundo grupo hay misterio y mucho más atractivo. Hay mucha más verdad en alguien absorto en sus pensamientos que haciendo un vídeo de Tik Tok. 

El carisma se tiene o no se tiene, pero puede adoptar muchas formas y tiene que ver con los intangibles. El entusiasmo, por ejemplo. O la valentía. La valentía de ser uno mismo. En general, sentimos fascinación por personas que poseen cualidades que no tenemos, pero admiramos. 

Los ingleses lo llaman mojo: un hechizo, una magia que da poder y carisma, una cualidad que atrae a la gente y te convierte en alguien exitoso y lleno de energía. De mojo, de ese tipo de carisma que solo tienen las leyendas, va sobrado Sarunas Jasikevicius

Su magnetismo es de sobras conocido por los culés desde su etapa como jugador. Un vínculo que solo ha hecho que crecer desde que se hizo cargo del banquillo del Barça.  Una de las cualidades que hacen que conecte con el aficionado es su espontaneidad.

Hay un momento, minutos después de ganar la última ACB, que Calathes le interrumpe una entrevista, le abraza por detrás y le dice: “jódete entrenador, estamos tomando chupitos sin ti”. A Saras le cambia el gesto, se ríe a carcajadas y, por unos momentos, vuelve a sentirse jugador. Ha estado ahí antes, echa de menos poder darse un respiro, rajar de su entrenador y liarla en las celebraciones.

Esta temporada, la primera como entrenador azulgrana, la ha disfrutado y sufrido a partes iguales. “Ha sido muy difícil entrenar a Nick y a Pau”, reconoce. Ha sido muy difícil porque ha entrenado a dos amigos. Pero no le ha ido mal al técnico, que solo le ha quedado la espina clavada de la Euroliga. Ganar. Esa ha sido siempre la obsesión de Jasikevicius, un tipo que odia perder. Un tipo al que Obradovic ha nombrado como su sucesor. Pero también un tipo con sus contradicciones. 

Están todas en ‘Ganar no es suficiente’ (Libros Cúpula), una autobiografía en la que se muestra tan visceral como en la pista. Escrita en primera persona, una de las cosas más destacadas es la brecha entre el Saras jugador y el Jasikevicius entrenador. 

“Se me daba bien inventarme excusas y siempre buscaba la mejor zona para acortar un poco el recorrido cuando había que correr”, reconoce ahora con algo de sorna. Esos atajos se hicieron famosos durante la etapa de Pesic del Barça, el entrenador al que señala como culpable de su salida (“sufrí una especie de depresión”) y al que deja algunos recados en el libro. Esa tendencia a acomodarse, así como su juego algo anárquico (¿les suena Heurtel?), contrasta con el entrenador que es hoy. El que aprieta a sus jugadores cuando se relajan o el que quiere un equipo ordenado. 

Otra de las confesiones que más sorprenden es cuando asegura que es “pésimo” tomando decisiones (le cuestan un mundo, dice) o que jugó paralizado por la presión la Euroliga del Sant Jordi. Es un Saras honesto con sus emociones al que no le importa reconocer, también, sus debilidades. Pero sobre todo alguien que se impone disfrutar de la vida. “No sé si soy buen entrenador, pero soy bueno celebrando”. 

La autobiografía de Jasikevicius

La autobiografía de Jasikevicius / Jasikevicius

Ícaro (Netflix)

Ganador del Oscar a mejor documental en 2018, Ícaro es un viaje perturbador a las profundidades del dopaje institucionalizado. Pero esa no fue exactamente la intención inicial de el dramaturgo, actor y ciclista amateur, Bryan Fogel. De entrada, quería demostrar que el sistema de controles era fácil de sortear tras ver lo ocurrido con Lance Armstrong.

Para ello se pone en manos del doctor Grigory Rodchenkov, director del centro antidopaje de Moscú. Un encuentro que coincide con la investigación sobre el dopaje de estado en Rusia y que provoca un giro en el documental. A partir de ahí Rodchenkov pasa a ser el gran protagonista y empieza un thriller político.