La humildad y su antónimo

Dos estrellas han bajado a la tierra y han compartido con nosotros su mensaje. Uno, el que ostenta el título de The Best, le ha puesto luces de neón a sus palabras y ha repetido de nuevo que es poco menos que una fotocopia de la perfección. Individualista, egocéntrico y con las palmas de las manos siempre a punto para aplaudirse, Cristiano Ronaldo ha dejado ir una de esas frases conjugadas en presente y en singular a las que nos tiene acostumbrados. Nunca ha sido la modestia una virtud que le adorne pero con los años y el mal estado de su equipo  -al que, eso sí, salva los muebles un día sí y otro también-, CR7 aumenta la maravillosa percepción que tiene de sí mismo. A su alrededor, los medios de la capital aplauden y jalean la posibilidad de que el portugués llegue a ganar el ‘Pichichi’ esta temporada. Como corte, no tienen precio. Pero no es la de los milagros y por mucho que intenten opacar la realidad, el Real Madrid sigue a 15 puntos del Barça, apeado de la Copa del Rey y agota las existencias de velas pensando en la única opción que les queda.

El personaje. Pero a Cristiano lo que más le preocupa es él. “Soy el mejor, digan lo que digan”, soltó sin enrojecer. No hace tanto le silbaban porque “soy rico, guapo y buen jugador”. Ahora, que se sabe salvador, consigue que Zidane hable de él como alguien que “viene de otra galaxia” cuando sabe que el extraterrestre vive en Castelldefels. En un par de días hemos escuchado a CR7 y a Messi. Madurez, autocrítica, serenidad y mucha menos timidez en el argentino. Asistimos a otra reinvención del ‘10’, esta vez personal, que nos da una dimensión más allá del césped. Proyecta una normalidad poco habitual en el fútbol. No precisa fotocopiarse los sobresalientes y repartir copias de las notas entre amigos y enemigos. Si Leo es la humildad, Cristiano es el antónimo. Estaría bien que dejara de mirarse en su espejo y ver lo que proyectan otros. Eso le haría ganar otros títulos aunque me da a mí que le interesan poco.