Me gusta el fútbol

Carles Puyol, en un evento

Carles Puyol, en un evento / FCB

Carles Sans

Carles Sans

¿Que por qué? Hay gente ajena al fútbol que son capaces de hacer una pregunta tan trascendental como: ¿Por qué te gusta el fútbol? Es una pregunta cargada de extrañeza. Es como si alguien me preguntase por qué me gusta el mar, el sol o comer. 

A los que el fútbol nos gusta mucho, no nos han preparado para una pregunta tan básica y existencial a la vez como esta. El fútbol es entretenimiento. Porque a pesar de ser un negocio muy lucrativo para muchos, para la gran mayoría de los aficionados se trata de un juego. El fútbol es pura emoción y, aunque a veces trato de desmitificarlo, es muy difícil conseguirlo         ya que interviene mucha carga  emocional. 

Cuando Argentina ganó el Mundial, incluso a mí se me hizo complicado aceptar la locura de los aficionados jugándose la vida para celebrar la victoria. Comprendo que aquella desmesura colectiva pueda parecer ridícula a ojos de quien el fútbol no le representa nada. A veces yo mismo, viendo un partido en mi casa, me veo gesticulando frente al televisor, y vivo momentos absurdos porque la pasión me domina y soy capaz de increpar desde el sofá a un jugador, un árbitro o un locutor que, por supuesto, ni me ve ni me oye. 

Más que un juego

El fútbol no es únicamente un juego que dura 90 minutos, es memoria emocional acumulada desde la infancia, es ilusión, son expectativas generadas en torno a un partido, son las declaraciones de unos y de otros, es la tertulia de antes y de después, es la discusión con el contrario al día siguiente o el cachondeo con los tuyos rememorando los goles de ayer. Esa es la gracia o la desgracia de este deporte. La semana que no hay fútbol a muchos les genera ansiedad porque dicen que el fútbol engancha, como si de una droga se tratara. 

Es tanta la fuerza que tiene, que genera cosas buenas y cosas malas. Entre las primeras, están los maravillosos proyectos de ayuda como en el que está inmerso Carles Puyol como embajador de la plataforma Scotiabank, que utiliza el fútbol como una herramienta de transformación social para los niños con exclusión social en todo el mundo y que, mediante el fútbol, los aleja de las drogas y la delincuencia. Eso también es fútbol. Aunque por desgracia, y esa es la parte mala, no siempre es así.