El futuro es quizá

El saludo de Beckham y Messi

El saludo de Beckham y Messi / @InterMiamiCF

Juan Cruz

Juan Cruz

Todo conspira para que el Barça esté triste, a medias. En Miami celebran la llegada de Messi como si hubieran robado un tesoro azulgrana. El astro saludó al Nuevo Mundo con la alegría de un argentino, no hay en su sonido ningún timbre barcelonés, esa etapa, parece, está cerrada. Para colmo, el más español de los futbolistas catalanes, Busquets, exhibió su hermoso inglés, aprendido seguramente para tiempos como este, cuando la edad lo hizo saltar el charco. Ninguno de los dos optó por la caída en el terreno árabe, donde los idiomas son tan difíciles como el propio fútbol que convocan.

Ha sido una noticia largamente anunciada, que dos emblemas de la historia azulgrana fueran a encontrarse en lo más alto del fútbol mundial, el lugar del dinero, la tierra que un inglés madridista ha abonado con el fútbol de los veteranos. Beckham domina ese territorio, y allí se va llevando a las glorias que aun no son viejas, pero que van hacia esa dirección. Cuando se lleve ese celaje de millones al mejor lateral barcelonista de la última década, Jordi Alba, ya estaremos representados en Miami con casi todo lo mejor que ha dado la cantera del Nou Camp.

¿Y qué nos queda? Nos queda el futuro. Un chico colombiano fue interrogado hace años, cuando el terrorismo era la misa diaria allí, por el futuro, qué sería del futuro para él, para sus amigos, para su país entero, en medio de tanto desastre y de tanta niebla de bala y de cañones de heroína. El chico se quedó mirando al periodista que le apuntaba con el micrófono, y sin dejarle preguntar más, le espetó: --¿El futuro? El futuro es lo que no hay.

Los que somos viejos barcelonistas creemos en el futuro del club, de su juego, de su historia, como si creyéramos en Dios, o en el dios del fútbol. Nos parece que cualquier cosa nos va a compensar de las derrotas, o de la indigencia. Así que ahora, como creemos que estamos escribiendo el futuro desde la miseria, estamos exultantes porque nos han venido a salvar un alemán turco y un bilbaíno de experiencia prometedoras.

Siempre que se incorporan al Barça nuevos futbolistas yo, al menos yo, siento que esas novedades nos van a salvar el futuro. Me pasó desde que vino Eulogio Martínez y últimamente me ha ocurrido incluso con Umtiti y con algunos delanteros recientes de quienes mi corazón empieza a olvidarse. No sé qué pasa, pero en los últimos meses o años cada vez que escucho la palabra futuro, tan fácil de decir, tan difícil de cumplir, me siento como aquel muchacho colombiano. Dicen que esos jugadores nuevos son el futuro, pero yo siempre recelo, desde un tiempo a esta parte, que el futuro es precisamente lo que no hay. Así que, amigos de Sport, el futuro es quizá.