El fichaje de Neymar fue una chapuza y se lo dije a Sandro

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- / AFP

Josep M. Minguella

Josep M. Minguella

Conocí a Sandro Rosell en 1976 o 1977. Yo tenía una buena relación con su padre, Jaume Rosell, que en aquella época era gerente del Barça. La familia Rosell veraneaba en Sant Antoni de Calonge y yo tenía un apartamento en Torre Valentina, así que algunas veces quedábamos. Delante del edificio donde veraneaba la familia de Sandro había una zona deportiva y recuerdo que él jugaba allí con sus amigos a fútbol. En aquella época yo era el editor de la revista ‘Privé’, parecida a ‘Interviu’, y siempre llevaba algunos ejemplares en el coche. Y cuando Sandro me veía llegar, siempre me pedía algunas revistas.

Más tarde volvimos a coincidir cuando él era ejecutivo de Nike. Mantuvimos el contacto y tras el Mundial del 98, alguna vez me ofreció organizar amistosos con los equipos de Nike. Recuerdo que me cedió dos partidos de Boca Juniors y alguno de Brasil. Sin ser intensa, mantuvimos una buena relación tanto a nivel personal como profesional.

En 2003 yo me retiré y decidí presentar una candidatura para la presidencia del Barça. Un día me encontré con él. “He decidido presentarme y me gustaría contar contigo”, le dije. “Me gustaría mucho, pero no puedo. Hemos formado un grupo de jóvenes que será la bomba. Ganaremos”, me contestó. Era uno de los hombres fuertes de la candidatura de Joan Laporta.

Tras ganar aquellas elecciones, enseguida se encontraron con un problema que provocó que acabasen como el rosario de la aurora. El sector afín a Cruyff apostaba por la triple A (Aimar, Ayala y Albelda) y el grupo de Sandro quería independencia para fichar. Trajeron a Deco y Ronaldinho. Eso provocó tensiones y acabó en divorcio.

Tras salir del Barça, Sandro se apartó para preparar una candidatura muy potente que años después le llevó a la presidencia. En ese momento se vio al Sandro triunfador, aunque de repente empezaron a aparecer sus antiguas relaciones con Brasil y apareció en las investigaciones de la FIFA y EE.UU. Luego llegó el caso Neymar y tuvimos la constatación de que su fichaje fue una chapuza, ya que se hicieron diez o doce contratos, cuando todo el mundo sabe que debe haber como máximo dos o tres. Se lo dije a él desde el principio. Poco a poco se vio inmerso en una vorágine que en pocos meses le cayó encima y provocó la situación actual que nadie se explica. Lamentamos y no entendemos que esté en prisión incondicional. Es una causa que se me escapa, pero lo lamento por él y sobre todo por sus padres y su familia. Es gente sencilla... Y la situación les provoca un gran dolor.