¿Esplendor en la hierba?

La Asamblea, en marcha

La Asamblea, en marcha / DAVID RAMÍREZ

Carme Barceló

Carme Barceló

Algo más de setecientos socios compromisarios volvieron a pisar el Camp Nou para ejercer su soberano derecho en la asamblea del club. No llegaron a mil los que aspiraron el añorado olor a césped mientras otros tres mil se quedaron en casa quien sabe si por desidia, por desencanto o por estos tiempos de pandemia que tampoco ayudan. Sea como fuere, nuevo no es. Pero una tenía la sensación de que el nuevo presidente y la oportunidad de velar por los intereses de la entidad -además de compartir mascarilla con el aire del estadio- podían empujar al compromisario a asistir. No fue así y este hecho, como tantos que llevamos viviendo en las últimas semanas, me confirma que la ilusión de los de aquí y los de allí se aguanta con hilos. Aquellos tiempos de esplendor en la hierba han quedado atrás y los clubs-estado, a los que Laporta cuestionó con toda la razón, proyectan un cariño comprado con dinero que ni gusta ni llega.

Idéntica desafección provoca La Roja, que espera la titularidad de un hijo del Camp Nou para solventar todos los males que la asolan. El capitán Busquets se ha convertido en la gran esperanza de una selección que no engancha, que no despierta pasiones pero a la que han atizado en exceso desde la bien llamada ‘caverna mediática’. Un equipo en construcción con un elevado número de jugadores que no participan en La Liga y otros, muy jóvenes, a los que les faltan portadas y experiencia. Luis Enrique se ha echado a la espalda el liderazgo, las críticas salvajes y las pocas loas y todo apunta a que no modificará un ápice su personalidad pero sí su ‘once’ titular. Hoy apretarán el calor y los palos recibidos más allá del césped porque opinar “es fácil y gratis en este país” (Morata dixit). La distancia entre la hierba y la grada es cada vez mayor. Cuando unos se acercan, los otros se alejan. Y viceversa.

Los esplendorosos años del Mundiales, Eurocopas, tripletes y sextetes, con sus nombres en mayúsculas conocidos y coreados por todos, son pasado. Eso sí, el presente se llama Busquets.