Un empate con dos lecturas

Messi y Griezmann celebran el gol del francés en San Paolo

Messi y Griezmann celebran el gol del francés en San Paolo / JAVI FERRÁNDIZ

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Si somos resultadistas, habrá que convenir que un empate a uno en campo contrario es siempre un buen resultado en la Champions, pero si somos exigentes, sin ninguna duda estaremos todos de acuerdo en que este empate en Nápoles llegó a partir de un juego plano, sin chispa, sin profundidad ni grandes ocasiones de gol. Setién repitió un tridente de dos efectivos y medio, con Arturo Vidal ubicado como extremo derecho, desubicado, mejor dicho, porque no es jugador de banda y ahí se pasó toda la primera parte. Buscaría el entrenador un mayor aporte de fuerza e intensidad con el chileno, de la misma manera que por eso optaría por Rakitic en vez de Arthur en el centro del campo, pero a la hora de la verdad, la táctica del Nápoles, encerrándose en los últimos veinticinco metros y dejando las bandas libres, dejó sin efecto las cualidades de estos dos hombres. El Barça lo que necesitaba era velocidad, desmarque y desequilibrio y tuvo muy poco de las tres cosas, la verdad. Y el Nápoles, en la única jugada en que se acercó a Ter Stegen, marcó. La cosa se ponía fea. 

Más profundidad

Setién no hizo cambios en el descanso, pero seguro que leyó la cartilla a sus laterales, que habían estado miedosos a la hora de proyectarse en ataque. Había que abrir el campo y sin  extremos, aunque en el banquillo había uno que tendría que haber salido mucho antes al campo, me refiero a Ansu Fati, claro, tenían que ser Semedo y Junior los que abrieran a la defensa napolitana y desatascaran el embudo que se producía por dentro. Así llegó el empate, con Busquets filtrando para Semedo que se la puso muy bien puesta a Griezmann. Y así se tenía que haber seguido, pero no, lo que sucedió es que Ter Stegen salvó el 1-1 con dos paradones. Insisto, los resultadistas, si es que hay algunos, pueden estar satisfechos, aunque tampoco mucho, ¡eh!, pero los puristas del ADN Barça, no. Entre ellos Setién, claro, que aunque no lo diga sabe que los pases horizontales no llevan a ningún lado y que hay que jugar con más velocidad, desequilibrio y ambición.