El 'efecto dominó' del aplazamiento de los JJ.OO.

La llama Olímpica para los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 se exhibe en el exterior de la estación de ferrocarril de Sendai, en la prefactura de Miyagi, Japón.

La llama Olímpica para los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 se exhibe en el exterior de la estación de ferrocarril de Sendai, en la prefactura de Miyagi, Japón. / Philip FONG - AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Ante el clamor mundial, el COI admitió por fin que ya estudia aplazar los Juegos de Tokio y que se da cuatro semanas para decidir. La traducción real del comunicado oficial es la siguiente: los Juegos Olímpicos se aplazan definitivamente, y ahora solo queda decidir la fecha. Si ayer no salió el presidente Richard Bach anunciando el aplazamiento definitivo fue sencillamente porque no tiene todavía fechas alternativas.

Ahora mismo se barajan tres escenarios posibles: aplazarlos hasta el invierno de este mismo 2020 (a pesar de que parece incluso optimista pensar que los atletas llegarán en condiciones por Navidad), justo un año después hasta el verano del 2021 (que entraría en competencia con los Mundiales de atletismo, natación y gimnasia, tres disciplinas ‘estrella’) o hasta el verano del 2022 (los Mundiales de fútbol se celebran por Navidad). No hay ninguna solución fácil, teniendo en cuenta que cualquier desplazamiento de los Juegos, que necesitan aislarse de cualquier otro gran torneo, impacta brutalmente sobre cualquier otro deporte. Sin embargo, la buena noticia es que el sentido común se ha abierto paso, y la presión mundial ha obligado al COI a contradecirse en muy pocos días de diferencia. Pero atención porque el movimiento hacia adelante de los Juegos Olímpicos es un terremoto de múltiples consecuencias, que puede afectar a la vez a la programación que ya tenían decidida decenas de acontecimientos deportivos de primer nivel. Mover unos Juegos es algo así como desplazar una montaña de sitio, con los consiguientes efectos colaterales, algunos todavía desconocidos. Es decir, habrá que encontrar soluciones para mundiales, europeos y nacionales de todo tipo, algo que producirá un inevitable ‘efecto dominó’ en el deporte mundial. Y como sucederá con tantas cosas, la crisis del coronavirus obligará a priorizar y a tomar decisiones duras y hasta ahora nunca vistas.

En cualquier caso, es de agradecer que el COI, aunque tarde, haya tenido un poco de cintura y haya accedido a aplazar unos Juegos que habían entrado en una agonía sin ningún sentido. Ahora tendremos que estar muy atentos a todas las consecuencias.