Opinión

Dos días a tutiplén

Guardiola conversa con Haaland en un partido del Manchester City.

Guardiola conversa con Haaland en un partido del Manchester City. / EFE

Llega el momento decisivo de la Liga de Campeones, el de los grandes jugadores. El duelo de esta noche en el Bernabéu se presenta precioso por ser un duelo de titantes. A Pep Guardiola siempre le ha ido bien jugar en el estadio madridista. De las 11 veces que ha ido a Madrid como entrenador, ha ganado seis, ha empatado tres y ha perdido solo dos, un excelente balance que invita al optimismo culé. Pep se hace grande en el Bernabéu. Y él espera que su equipo haga lo mismo.

El Real Madrid, sin embargo, también se crece en momentos como estos que son a cara o cruz, por mantener su espíritu temible pese a que el propio Carlo Ancelotti criticó a sus jugadores en la horas previas a este partido recordando que la pasada temporada “jugamos sin personalidad”.

Valientes

Hay que ser valientes a estas alturas de la competición y estadios como el Santiago Bernabéu impresionan al más pintado, algo que no puede decir ni el Barcelona (ahora que juega en Montjuïc) ni el City ni el PSG.

Es una baza a favor en un duelo en el que el Madrid no parte como favorito por jugar la vuelta en Inglaterra y por enfrentarse al actual campeón de la competición.

Jugar con este rango, con este cartel, es una ventaja porque uno se crece cuando ya ha tocado las mieles del triunfo. Tiene menos vértigo. De antemano, Pep afronta el duelo con cierta superioridad.

Decíamos que es el momento para unos elegidos y así se encargó de recordarlo ayer el propio Kylian Mbappé: “Es el momento de los grandes jugadores: estoy preparado y como es habitual no voy a esconderme”, dijo este jugador que es la gran amenaza del PSG y el único delantero capaz de marcar tres goles en la final del Mundial, lo que demuestra su enorme capacidad de brillar en los momentos más decisivos.

Mbappé será el gran quebradero de cabeza para Xavi, que deberá organizar su defensa pensando en el jugador francés. Son dos días a ‘tutiplen’, una gozada para el aficionado.