El día que Ter Stegen fue más importante que Messi

Ter Stegen colgó un mensaje en las redes sociales

Ter Stegen colgó un mensaje en las redes sociales / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Tercera remontada en cinco partidos oficiales, un dato que dice mucho a favor de los hombres de Valverde. Refleja el carácter de un técnico que ha sabido transmitir a sus jugadores un instinto de superación admirable. Cuando las cosas se tuercen de entrada, hay que remar contra corriente y cuesta mas enderezar el rumbo. Por eso tiene mérito la victoria sobre la Real Sociedad en vísperas del debut en la Champions frente al PSV holandés. Conseguir el pleno al 12 significa marcar territorio, tomar la delantera y aprovecharse de los pinchazos de los máximos rivales. Jornada redonda a la espera de que el equipo alcance la velocidad de crucero que le debe permitir superar con más facilidades a los clubs inferiores en presupuesto y talento.

Del partido de ayer hay que sacar dos conclusiones. Las rotaciones se pagan y el Barça tiene un porterazo. Esta muy bien repartir juego entre toda la plantilla, dar descanso a los que mas juegan, brindar a los suplentes la posibilidad de ganarse un puesto. Palabras bonitas que constituyen una mentira piadosa. Puro camelo. Hay mucha diferencia entre los buenos y los que quieren serlo. Prueba de ello es que recién comenzada la segunda parte, cuando el Barça iba perdiendo, el entrenador tuvo que echar mano de Busquets y Coutinho para recuperar el pulso y lograr la remontada. Rafinha nos recuerda en algunas cosas a De la Peña. Tiene calidad, técnica y maneras, pero el Barça le va grande. Semedo tiene futuro pero hoy por hoy está a años luz de la eficacia de Sergi Roberto. 

Punto y aparte para Ter Stegen. Un portero sobrio, ágil, expeditivo y seguro bajo palos. El día que Messi solo fue el capitán, que no es poco, el alemán fue la clave de la victoria. Toca pocos balones pero tiene la virtud de ser decisivo. Con los pies parece un jugador de equipo, con las manos da una seguridad a su defensa que no tiene precio. En días así hay que acordarse de Zubizarreta, que supo ver en él cuando era joven un talento que crece cada temporada. Visto con la perspectiva del tiempo, el coste de su fichaje, 12 millones, fue un auténtico regalo. Fue una injusticia y un atraco al sentido común que Alemania lo dejara en el banquillo en el último Mundial para que jugara Neuer que llevaba seis meses apartado de los campos de juego. Lo encajó con disgusto pero en silencio. Ahora se desquita con el Barça, por un día eclipsó al mismísimo Messi.

Toca hablar también de Dembélé. Un jugador que la pasada temporada vivió un via crucis pero que ha cambiado el chip de forma espectacular. Parece que la llegada de Malcom ha tenido efectos de revulsivo. Ayer volvió a marcar un gol ganador dejando claro que se ha ganado la titularidad. Juega con las dos piernas lo que complica mucho la vida de sus marcadores, se ha dado cuenta que se le va a valorar por los goles y chuta a la primera oportunidad. Tiene mucho recorrido de mejora, su fútbol ha ganado la confianza de Messi y es consciente de que jugar en el Barça es como si le hubiese tocado la lotería. Ya nadie discute al francés ni se acuerda de lo mucho que costó. No es Neymar pero esta en el camino del brasileño para ganarse un plaza fija en el tridente. Por si fuera poco, Valverde le ha enseñado a trabajar para el equipo y defender cuando es necesario. Un curso acelerado superado con nota. El Barça de Valverde ha aprendido a ganar en la Liga incluso los días que no dan la mejor nota. A partir del martes toca aplicarse a la Champions donde se juegan el orgullo y el amor propio.