El dedo de Mourinho ya no señala (afortunadamente) ningún camino

Mourinho se ha gastado 466 millones en fichajes, ganando solo 3 títulos

Mourinho se ha gastado 466 millones en fichajes, ganando solo 3 títulos / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El dedo de Mourinho ya no señala ningún camino. Despedido del Manchester United y agotado su modelo futbolístico, el técnico portugués ha dilapidado todo su prestigio. A pesar de ello, el siniestro personaje que convirtió los duelos Barça-Madrid en cruentas batallas (dentro y fuera del campo) vuelve a apuntar al banquillo del Bernabéu. Florentino  parece dispuesto a recuperarle en un intento desesperado de buscar un último escudo humano ante la revolución que se avecina el próximo verano.

El presidente blanco tiene que afrontar una limpieza total en el vestuario y sigue creyendo que Mourinho es el mejor para liderarla. Craso error. Porque su fracaso en el Manchester United demuestra que hace ya mucho tiempo que ha dejado de ser el ‘Special One’.

Si es que, de verdad, alguna vez lo fue. Mourinho se ha gastado 460 millones de euros en fichajes y los ‘red devils’ solo han ganado tres títulos menores: la Community Shield, la Copa de la Liga y la Europa League. Ni Premier ni Champions en sus dos años y medio en Old Trafford. En manos de este entrenador acabado quiere poner Florentino Pérez el destino del Madrid. Se equivoca. Mucho. Pero mejor para el Barça. 

SIN CREDIBILIDAD

La mejor definición de la situación actual de Mourinho la hizo Iker Casillas en Twitter tras la última derrota del Manchester United ante el Liverpool: “Según un diaro portugués, alguien dijo que un jugador como yo (37 años) ya está al final de su carrera. Completamente de acuerdo. Mi pregunta es para ese periódico: En el caso de los entrenadores, ¿cuándo y en qué momento se ve que ya no están para dirigir un equipo?”. Mourinho ya no tiene credibilidad para entrenar a un club grande. Y si ficha por el Madrid, hundirá más al equipo blanco, como ha hecho con los ‘red devils’. El ‘puto amo’ de las salas de prensa (como tan bien le definió Guardiola en su momento) ha perdido la capacidad de sorprender a nadie. No lo hace ni con sus declaraciones ni con sus tácticas. Solo es una caricatura (triste) de sí mismo.