Cuestión de excelencia
Aquí está de nuevo Johan Cruyff. Su legado es tan monumental que es imposible olvidarlo. Para los que aprecian su idea -convertida en un hecho cultural en el Barcelona- no hace falta insistir. Se sintieron encantados con un método que convirtió al club en la referencia mundial y a La Masia (no a los tochos sino al fenómeno ideológico), en la universidad del balón, con la imagen icónica de Messi, Xavi e Iniesta recogiendo el Balón de Oro 2010. Para sus detractores: el cruyffismo ha supuesto la época más resultadista de la historia del club. En cantidad y en calidad. Desde que se fundó la Liga y las competiciones europeas, sumen y resten. Y vean en qué periodo el Barça ganó las 5 Copas de Europa y la mayoría de las Ligas. Para unos, pues, sentimientos; para otros, solo números. Para todos, realidades irrefutables.
Tras la catástrofe deportiva de Roma el cruyffismo ha vuelto a reclamar sus esencias. Individuamente, quedan bastiones como Piqué, Sergio, Iniesta o Messi, que tirando de inercia condicionan al colectivo hasta donde les da su jerarquía que, como es mucha, consiguen que los títulos domésticos vayan cayendo. Es imposible más porque lo que no se trabaja no se puede mejorar.
Los que prefieren olvidar esa obra hablan de competitividad y carácter. Como si Bakero o Puyol, por ejemplo, no lo tuvieran. Dicen que son épocas pasadas y que hay que evolucionar. Épocas pasadas, son, y sobre la evolución, ¿hacia dónde? Es MENTIRA que sea imposible seguir buscando el éxito por el mismo camino pero es condición imprescindible CREER EN LA IDEA. Y conocerla. Y este es el problema. La Junta Directiva del Barça ha perdido los referentes del cruyffismo por razones obvias y ha encontrado otros. Y estos, piensan
diferente.
En este nuevo escenario, el presidente Bartomeu y Pep Segura, la máxima autoridad futbolística ejecutiva, han trazado un plan vintage. Se trata de fichar a los mejores jugadores al precio que sea -Coutinho, Dembélé, Griezmann-, a destacados de la Liga y cambiar el perfil del futbolista a formar en el fútbol base priorizando sus medidas –vaya usted al Mini y a la Joan Gamper y analice por qué no sube nadie al primer equipo desde Sergi Roberto (ya hace cinco temporadas) y por qué algunos grandes talentos prefieren salir antes de hora. La fórmula no es nueva en Can Barça. Es la del pre-cruyffismo, cuando se hablaba del “más que un club” en todas las áreas menos en la deportiva y el Camp Nou nunca se llenaba. Sumen y resten. El problema no es Roma. Es conceptual. Y de toma de decisiones urgente porque Messi no lo va a tapar todo toda la vida...
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