Construir un equipo desde las ruinas
Xavi tiene mucho trabajo. Muchísimo. Debe construir un equipo campeón donde solo hay ruinas. Y eso es un milagro incluso para el mejor arquitecto del mundo. La derrota ante el Betis es un palo tremendo a las ilusiones de los culés. Pero también es un baño de realidad. Este Barça da para lo que da. Los jóvenes son buenos, muy buenos. Pero son jóvenes, muy jóvenes. No se les puede exigir más. Y los veteranos ya han demostrado de lo que son capaces. O incapaces, mejor dicho. Coutinho se empeña en recordarnos a cada partido que es el peor fichaje de la historia del Barça. Y Dembélé (ante la ausencia de Ansu Fati, otro joven muy joven) es la única esperanza a la que agarrarse ante la alarmante incapacidad ofensiva: los blaugranas solo han marcado 25 goles en 20 encuentros (23 en 15 partidos de Liga y 2 en 5 de Champions) en una sequía histórica. La ilusión que impregnó al barcelonismo con el fichaje de Xavi se ha ido diluyendo con el paso de las semanas. Y esta primera derrota es una tremenda bofetada a cualquier tipo de esperanza. La Liga ya es imposible y la ‘final’ de Champions del miércoles ante el Bayern se antoja una quimera.
El problema, por supuesto, no es de Xavi. El técnico hace lo que puede con lo que tiene. Está intentando recuperar el estilo, pero su proyecto está absolutamente condicionado por una plantilla descompensada y sin un crack que marque diferencias. La pésima planificación deportiva de las últimas temporadas se agravó con las salidas de Messi y Griezmann. Y el Barça se ha quedado sin talento y tiene que tirar de los chavales para construir un equipo más de futuro que de presente. La transición generacional se ha hecho tarde y mal y ahora se están pagando las consecuencias. De forma trágica. Porque, en estos momentos, no solo está en peligro la continuidad del Barça en la actual Champions, sino también la clasificación para la edición de la próxima temporada. Acabar la Liga entre los cuatro primeros ya sería, visto lo visto, todo un éxito.
“Demasiado castigo”, decía Xavi al final del partido ante el Betis. Puede ser. El Barça, posiblemente, no mereció la derrota. Pero tampoco la victoria. Y ese es el drama. Aún acabará teniendo razón Koeman: esto es lo que hay.
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