Consecuencias del 'karaoke' de Eder Sarabia

Eder Sarabia, protagonista por su vehemencia en el  Bernabéu

Eder Sarabia, protagonista por su vehemencia en el  Bernabéu / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

La crisis semanal del Barça le ha tocado esta vez a Eder Sarabia, segundo de Setién, por los denominados ‘karaokes’ (sobreimpresión en pantalla de las palabras de que no se oyen pero se pueden leer en los labios). Sarabia profirió quejas, aspavientos y expresiones contundentes tanto respecto a sus propios jugadores (sin destinatarios aparentemente identificables) como respecto al juego (“¡Los putos pases largos de mierda!”). Es evidente que las palabras de Sarabia no fueron declaraciones delante de un micrófono sino reacciones espontáneas para nada destinadas a convertirse en frases publicadas en su literalidad. Como era de esperar, desde Madrid se han intentado vender las palabras de Sarabia como una falta de respeto a sus jugadores cuando no son nada más que un impulso, tan evitable como excusable en una situación de estrés. Dicho esto, la actitud de Sarabia denota una gran ingenuidad y un desconocimiento de la dimensión del Barça, un universo en el que cualquier detalle adquiere de manera diabólica proporciones exageradas. Tanto es así, que Sarabia ha adquirido de golpe una dimensión que no tenía, y su propulsión mediática puede ser altamente peligrosa, tanto internamente como externamente, si no se ataja de forma adecuada. Y más allá de la lógica discusión sobre si las televisiones tienen técnicamente los derechos para emitir este tipo de escenas (se amparan dudosamente en el derecho a la información), lo cierto es que Eder Sarabia y todos los profesionales que están en el campo deben saber que su actividad es plenamente pública, se desarrolla en un sitio publico y con fines públicos. No estamos hablando de imágenes robadas ni de invasión de la intimidad, por mucho que sean conversaciones de tú a tú entre dos personas. Eder Sarabia tenía que ser consciente que iba a ser filmado, e ignoró, por inexperiencia, que todo lo que sucede en el banquillo blaugrana en un clásico es noticia por definición. A partir de ahora verán seguro a Sarabia con las manos tapándose los labios, y los clubes lucharán para que las televisiones no emitan ningún ‘karaoke’ más. Es decir, el karaoke tendrá consecuencias.