De compras por Cantón

Ziyed Chennoufi (I) de Túnez en acción contra Xavier Rabaseda (D) de España durante el partido del grupo C del Mundial de Baloncesto entre España y Túnez en Guangzhou, China.

Ziyed Chennoufi (I) de Túnez en acción contra Xavier Rabaseda (D) de España durante el partido del grupo C del Mundial de Baloncesto entre España y Túnez en Guangzhou, China. / ALEX PLAVEVSKI - EFE

Siro López

Siro López

Poco a poco vamos conociendo más la ciudad y ahora sí empezamos a darnos cuenta de las dimensiones de esta megaurbe. En una de mis primeras crónicas comparaba Cantón con cualquier ciudad americana en donde abundaran los grandes rascacielos. Estaba totalmente equivocado. En USA habitualmente los gigantes de cristal se concentran en la City o para ser más concretos, en la zona de negocios. Aquí no. Desplazándonos hasta la estación de tren de donde saldremos el jueves en dirección a Whuan, hemos podido apreciar que los grandes edificios no se concentran en una zona y sí en todos y cada uno de los 12 distritos en los que está dividida esta ciudad. Ahora empezamos a entender dónde se meten las mas de 15 millones de personas que viven aquí. Al final hasta parece normal que el trayecto para ir de un distrito a otro no baje de los cuarenta minutos. Si vas en taxi, nuestro medio de transporte habitual, hay que armarse de paciencia porque la circulación no es precisamente de las más fluidas que hemos conocido. Como contrapartida también hay que decir que los precios no son nada exagerados. 

Solucionado el tema del billete nos hemos dado una vuelta por la zona de venta en donde se venden los productos de imitación de las  grandes marcas. Al igual que acontece en Turquía y en otros países en donde tienen fabrica las multinacionales de la moda, sigo sin claro si lo que compro es una imitación o realmente son excedentes de los mismos productos que después exportan a Europa o Estados Unidos.

Sea una cosa u otra, si algo queda demostrado es que, en este tipo de transacciones, todo el mundo gana. Si se sabe buscar y para ello es imprescindible que el que te guíe sea un nativo de la zona, se pueden encontrar productos si no exactos, si de una calidad muy cercana a lo que en España te puede costar diez veces más de lo pagado. Gana por tanto el compra y gana el que vende que siempre se deja regatear hasta el límite en el que ellos consideran que hay ganancia. Esa milonga que siempre vendemos de lo buenos negociadores que somos, no pasa de ser, eso, una milonga. Pensamos que los engañamos y en realidad los engañados siempre somos nosotros que siempre pagamos más de lo que en realidad vale el producto. Dirán ustedes que menudo rollo y no les falta razón. La pregunta es si compré algo en la visita y la respuesta es afirmativa. Mi sufrida Julia se merece eso y bastante más.